
las manos libros magistrales y escogidos
que les huvieran servido de gui a, con
su ma faciiidad nos hailariamos hoi dia
abuudantemenle instruidos en orden & las
riquezas inestimables del reino végétal filipi-
no. Pero estos libres, ni ellos ioslograron ver
ent on ces, ni en estos tiempos llegan por aca,
sino algun oiro por casualidad, r pesar de estai*
tels islas abundaniemente surtidas decuan-
tos aiito jos y bagatelas produce cada dia la
novelera Europa.
Nuestros beneficos Monarcas, tampoco se
ban descuidado en mandar se investigasen
con cuidado las producciones naturales de este
suelo. Me acuerdo baber visto entre los
mamtscritos de la Libreria de S. Agustin un a
orden Real un poco antigua, para la recolec-
cion de las concbas de estos mares. Igual-
m en tey a principios de este siglo, habia faite-
cido en estas islas el sabio botanico IJ. Antonio
Pineda, enyiado por nuestros R ey es con.
el mismo obgeto. Finalmente han hecho aqui
mui utiles observ aciones sobre las plantas el
infatigable D. Luis Nee y otros.
E n cuanto a la obra que ofrezco a los Es-
tud iosos, debo adveriir que he puesto bastan-
te cuidado en averiguar los nombres que dan
los Naturales a las plantas. Es esto mui importante,
pues ellos poseen secretos precio-
sos de sus virtudes, si bien algunos de ellos no
estan muifundados. Sin embargo nadie espe-
re hailar en los nombres un a total seguridad.
pues es intolérable la faciiidad con que los
mudan y trastornan. Por esta razon be mani-
festado muchas veces el iugar donde se encu-
entra el végétal, y el nombre que alli le dan*,
pero por desgracia muchos no son eonocidos.
De los que lo son, no sera dificil dar con ellos
por medio de alguno de los nombres, que se
ponen en sus lugares.
En este pynto es asombrosa la desidia de
los indios: y asi el que se quiera dedicar £ esta
especie de investigaciones, debe preparar-
se â su fn r grandes trabajos: ni seran peque-
îios sus disgustos, cuando vea las insuperables
dificultades que tendra que vencer para lo-
g rar ver las flores y frutos de los arboles.
Son rarisimos los sugetos que aprecian esta
clase de ocupaciones: y muchos lo miran con
desden. Mil veces me he fastidiado por esto
mismo, y se han pasado anos enteros sin dar
una plumada en la Flora.
He dado en el principio de esta obra una
ligera idea de la Filosofia bot an ica, con una
corta nomenclatura de los terminos mas précisés
de esta ciencia, por la razon de ser en
las islas mui rares los libros que tra ta n de esta
materia. En eilo no be tenido mas merito
que haverlo recopiîado de varies Autores.
Tengo por conveniente adverfir, que cuando
digo que una planta se encuenira en un
Pueblo y que florecia encierto mes, solamen-
te quiero significar el lugar y tiempo en que
yo la vi con flor»