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PROLOGO.
N une a fue mi pensamiento formar un Tra-
tado de plantas^ digno de la luz pubiica. Una
simple curiosidad me Labia h echo ir escribi-
endo lo que me parecia inféré sanie} perd al-
gunos sugetos que tubieron nolicia de mi fra-
bajo, me instaron muclio â que le pubiicase,
corno en efecto lo h ago, despues ue h a \ er
corregido much as f allas causadas por la prisa
y descuido con que se havia escrito, y au-
mentado segun han permilido mis circunsfan-
cias: pues si bien tendra yerros todavia, y le
fall cira mucho para ser obra perfect a, â lo
menos servira para dar una nolicia aunque di-
minufa, de las inmensas riquezas de esie fer-
tilisimo y ameno P ais, y al mismo tiempo se
esforzar&n otros â coniinuar en el trab a jo .
Aîiegase â esto el que Nra. Augusta Sobera-
na Governadora ha tenido la inexplicable bon«
dad de mandar se me exhorle é su publicacion:
lo cual aunque h a sido para mimolivo de much
a confusion, ha vencido en fin mi repugn an-
cia en que saüese a luz pubiica.
L a historia pues de las plaidas de las Islas
Filipinas debia haverla emprendido un Bo-
tanico de profesion, que mereciese la confian*
za de ïos sabios, y que se pudiese presenfar
sin rubor al Publico ilustrado de eslos iiempos.
Y o no he fenido Maeslros, ni herbaria s, ni ann
casi libres, cuardo empecé por aficion a en-
tender en esta materia. Mi unico îibro enfon«
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