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 que  hoy  quedan.  E l  mas  meridional  por  donde  pasa  la  linea  divisoria  entre  Ay o - 
 ra  y  Almansa  es  el  llamado  Meea  ,  citado  ya  en  la  historia  de  Escolano  por  los  
 monumentos  de  la  antigüedad,  que  él  creyó  existian  en  su  tiempo.  Dista  como  
 tres  horas  al  sur  de  Ayora  ,  y  parece  aislado  en  toda  su  extensión  ,  que  es  de  
 norte  á  sur  ,  engrosándose  algo  hacia  poniente  para  formar  lo  que  llaman  Mugrón  
 de  Almansa  :  es  calizo  ,  y  tiene  sus  bancos  casi  horizontales.  Por  la  parte  septentrional  
 es  de  fácÜ  acceso  ,  pero  por  la  oriental  sumamente  difícil  y  peligroso  
 por  hallarse  allí  cortes  perpendiculares  de muchas  toesas  ,  seguidos  lucia  el  fondo  
 de  precipicios.  L a  piedra  no  llega  á  la  consistencia  de  mármol  ;  es  en  parte  buena  
 para  sillares  ,  y  en  todas  para  cal.  Presenta  el  monte Meca  un  fenómeno  poco  
 común  en  el  reyno  de  Valencia  ,  y  la  prueba  mas  cierta  de  haberse  formado  en  
 el  fondo  del  mar.  A  bastante  altura  y  sobre  bancos  sólidos  de  piedra  se  siguen  
 veinte  y  mas  pies  de  ostras,  cubiertas  con  otros  bancos  de  piedra  que  continúan  
 hasta  la  cumbre.  Casi  todas  son  peynes  de  diferentes  dimensiones  ,  de  las  quales  
 las mas  consen'an  las  estrias  y  el  brillo  ,  algunas  las  orejuelas  ,  y  otras  se  hallan  ya  
 medio  destruidas,  reduciéndose  á  polvo  lino  blanquecino.  No  sé  como  podrán  
 explicar  este  fenómeno  los  que  lo  atfibuyen  al  diluvio  universal.  Ni  es  probable  
 que  aquel  enorme  número  de  ostras,  todas  de  la  misma  familia  ,  quedasen  en  h  
 posicion  horizontal  que  conservan  ;  ni  ménos  que  hubiesen  podido  entrar  en  lo  
 interior  del  monte  ;  ántes  de  cuya  formación  debiéron  estar  allí  adnadas  ,  y  siendo  
 despojos  de  vivientes marinos  ,  debió  preexistir  el mar  en  aquel  sitio.  
 8  E s  también  recomendable  el  monte  Meca  por  los  monumentos  que  conserva  
 de  alguna  poblacion  y  fortaleza  antigua.  Nuestro  Escolano  los  describió  según  
 debian  de  estar  entónces,  ó  acaso  según  le  informó  alguno  de  imaginación  
 exaltada.  Y o  solamente  he  visto  lo  siguiente  :  á  dos  terceras  partes  de  la  altura  
 del  monte  empieza  t¡n  canal  ó  camino  de  mas  de  4 0 0  varas  ,  excavado  en  la  peña  
 en  latitud  de  diez  pies,  y  algo  mas  de  doce  de  profundidad  ;  muda  dos  veces  
 de  dirección  para  suavizar  la  cuesta  ,  y  así  prosigue  hasta  la  cumbre.  E s  regular  
 que  empezase  el  camino  en  la  raiz  de) monte,  porque  aún  se  conservan  algunos  
 trozos  ménos  profundos  en  las  inmediaciones  de  la  fuente  llamada  de  Meca.  E n  
 la  excavación  superior  se  ven  i  trechos  varios  agujeros  en  los muros  del  foso  ,  que  
 podrían  servir  para  formar  barreras  con  algunos  maderos  ,  que  pudiéron  introducir  
 para  interrumpir  el  paso.  Terminado  el  canal  en  la  cumbre  ,  empiezan  inmediatamente  
 los  monumentos  del  antiguo  pueblo.  Vense  hasta  4 0  algibes  excavados  
 en  la  peña  ,  los mas  de  veinte  pies de  largo  ,  y  alguno  de  60.  E n  casi  todos  
 ellos  las  paredes  hechas  á  pico  ,  están  perpendiculares  ;  en  algunos  algo  inclinadas,  
 distando  end-e  sí  mas  en  la  parte  superior  que  en  la  base.  E n  uno  de  los  ángulos  
 formaron  escalones  de  la  misma  piedra  para  baxar  al  fondo  ,  cubierto  hoy  dia  de  
 escombros  y  maleza,  y  enteramente  seco  ,  á  excepción  de  dos  que  contenían  
 agua.  E n  ninguno  de  estos  algibes  se  conserva  el  menor  vestigio  de  la  bóveda  
 que  debió  cubrirlos.  E n  las  inmediaciones  de  cada  uno  de  ellos  se  ven  anchos  
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 surcos  que  en  declive  se  dirigen  hacia  ellos  ;  excavados  sin  duda  para  que  las  
 aguas  tomasen  la  correspondiente  dirección,  y  para  impedir  que  se  derramasen  
 por  el monte.  Estos  surcos  desvanecen  las  dudas  que  podría  haber  sobre  el  destino  
 de  aquellas  piezas  subterráneas.  L a  multitud  de  ellas  ,  y  la  grande  capacidad  
 de  algunas,  en  particular de  la  llamada  el  Trinquete  ,  por  parecerse  en  sus  dimensiones  
 á un  juego  de  pelota,  prueban  que  habia  mucha  escasez  de  agua  en  todo  
 el monte,  y  que  eran  muchos  los  vecinos  de  aquel  pueblo  ;  lo  qual  parecen  asimismo  
 probar  innumerables  ruinas  que  existen  en  aquella  altura  por  un  quarto  de  
 legua. A  mas  de  los  sitios  destinados  al  parecer  á  fortalezas,  de  las  que  persisten  
 muros  y  sillares,  se  advierten  trozos  de  paredes,  unas  largas  y  alineadas  para  formai 
   calles,  y  otras  para  separar  las  casas  y  habitaciones.  No  muy  lejos  de  los  
 algibes  hacia  la  altura  se  ven  recortes  y  excavaciones  de  las  que  el  vulgo  finge  
 quadras  y  pesebres  para  caballos  ,  pudiendo  ser  las  canteras  de  donde  sacaban  
 piedra  para  las  fábricas.  Entre  las  ruinas  hallé  muchos  fragmentos  de  un  barro  fino  
 roxo  ,  cuya  superficie  estaba  tersa  y  como  barnizada  : en  esta  observé  trazos  y  
 dibuxos  mas  encendidos.  Pareciéronme  dichos  fragmentos  de  ollas  ,  platos  y  cántaros  
 ,  habiendo  visto  aun  las  asas  en  algunos.  E l  color  que  presentaron  las  fracciones  
 fué  en  unos  el  mismo  roxo  que  se  veia  en  lo  exterior,  y  en  otros  el  pardo  
 ,  parecido  á  la  tierra  de  quitar  manchas  :  todos  eran  duros,  y  de  un  grano  
 muy  fino.  También  hallé  varias  monedas  ' ,  las  mas  romanas  ,  y  una  de  cobre  de  
 las  llamadas  celtibéricas,  que  es  la  siguiente.  Las  osn-as  son  freqüentes  en  la  altura  
 del  monte  ,  y  todas  de  la  familia  ya  citada.  
 9  Hemos  visto  que  los  fundadores  del  pueblo  destruido  recogian  y  conservaban  
 con  cuidado  las  aguas  de  lluvia  ,  porque  sin  duda  fueron  pocas  y  muy  pobres  
 las  fuentes  :  las  dos  que  hoy  quedan  apénas  merecen  el  nombre  ,  principalmente  
 la  que  está  en  la  cueva  de  San  Pasqual  :  ambas  pudiéron  ser  mas  abundantes  
 en  otros  siglos  ,  puesto  que  en  el  mismo  monte  hubo  otra  que  se  ha  secado  
 enteramente  ,  la  qual  estaba  en  la  cueva  nombrada  del  R e y  Moro  ,  donde  
 I  Escolano  en  el  libro  9  de  la  historia  de  V a - 
 lencia  col.  985  ,  hablando  de  las  monedas  halladas  
 en  Meca,  dice  :  „Yo  he  visco  algunas  de  oro  y  pla- 
 „  ta  de  los  Romanos,  y  una extraordinaria  medalla  
 , ,  de  bronce  del  tamaño  de  ia  palma  de  una  mano  
 „gr ande  ,  q\ie  pesaba  nueve  onzas,  labrada  grose- 
 , ,  ramente.  Es ta  tenia  en  la  haz  la  figura  de  Noe  
 j ,  ó  Jano  ,  con  sus  dos  c a r a s ,  como  le  pintáron  
 „  aquellos  antiguos,  y  en  el  reverso  una  nave  ó  fij 
 jgura  de  su  a r c a :  testimonio  manifiesto  de  la  
 „grande  antigüedad  de  este  pueblo."  De  este  solamente  
 queda  lo  que  hemos  descrito.