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aroyadas presentai, marga roxiza con arenas y cantos ; pero si profundizáron mas
su excavación , penetrando en los bancos inferiores de marga blanqnecina o ma t e -
ria precipitada . los ribazos ofrecen por su orden los colores y orden de las ma -
terias , las qiiales mezcladas Ò transportadas sucesivamente á otros sitios formaron
campos útiles para la agricultura , cediendo así en nuestro provecho lo que pa r e -
ce trastorno , destrucción y desorden.
9 Lo s cerros y los montes que yacen agrupados contra las cordilleras ó mu r a -
llones del vaUe lo estrechan y reducen á una sola legua al poniente de Ontiniéntcasi
todos están incultos, aunque en gran parte útiles para la agricultura. Para exámmarlos
y lograr la vista de aquella porcion del valle , subi á los del norueste has
ta llegar á la ermita de San Es t e b a n , que apenas dista de Ontiniént una legua
aunque se emplea hora y media en subir las cuestas. Ha l l é al principio arroyadas
y lomas bastante bien arboladas, unas de marga blanquecina, y otras de la roxiza
que hemos llamado de acarreo i siguiéronse inmediatamente ceiTos calizos incultos
, sucesivamente mas altos , y por tiltimo el monte de la ermita , en cuya c umbre
se descubren los bancos sin tierra paralelos al horizonte. Lo s pinares y lomas
que separan el término de Ontiniént de los de Moixént y Vallada cortaban la vista
por la parte septenttional, aunque contiguos á la ermita ; pero mi r ando al sueste
se descubría la huerta entera de Ontiniént y varios puntos hasta Benicadéll
que caía al oriente : el Al t o de Mcnt c abr é r , que es lo mas elevado del Ma n o l a '
quedaba hacia el sur y salia sobre la cordillera meridional del valle. Ad ema s de
los pinos unico árbol en aquellos mo n t e s , se ven con freqüencia los ramnos alaterno
y el parecido á la cambronera , el romero , la coscoxa y las xaras de Momp
e l l e r , bl anque c ina , y las que tienen hojas de romero y de salvia. Es bastante
común ennre las peñas el hipericdn parecido al brezo , la siempreviva menor , el
doble escudo con hojas de estrellamar, el antirrino de hojas gruesas , la lechetrezna
retusa y el enebro : en las lomas mas baxas se cria el esparto común y el junquero,
el afilantes, el torbisco, los geranios columbino y cicutario , la scherardia de c ampos
y el litospermo , varios astragalos , centauras y gramas : en los sitios hondos é
mmediatos al n o vi el homecillo , planta mu y útil para la cerbeza.
IO El mont e de la ermita se prolonga hacia levante disminuyendo de altura
, y junto a- Ay e l o de Malferit queda ya separado de la cordillera septentrio
nal toando alli un espacioso r e c o d o , y en él lo mas fértil del término de Ay e -
lo. El no viene serpeando por las raices de dicho monte , y lo atraviesa de sur a'
norte por la abertura que allí queda. Una buena hora se necesita para llegar desde
Ontiniént a Ay e l o c aminando hacia el nordeste por un suelo ondeado y fértilpasase
Ultimamente a' la izquierda del rio , y empiezan á descubrirse los , 6 o ¡órnales
de huerta dispuesta en graderías, y en ellos gran núme ro de moreras y producciones
ncas hasta entrar en la poblaeion. Al principio del siglo actual a p L
tenia Ay e l o . o o vecinos , y en el dia tiene 4 4 . . Pocas tierras hay en el reyno superiores
a estas en fertilidad y cultivo ; pero ninguna tiene condiciones ménos tavorables
al cultivador, el qiial contribuye al Señor territorial la tercera parte del
fruto de los a'rboles, excepto las higueras, que son francas ; la quarta de los granos
criados en la huerta ; la sexta de los sembrados en secano ; y algo ménos de la s éptima
del vino. A esta contribución, que igualmente pagan otros muchos pueblos del
reyno, se a ñ a d e , que el propietario del campo Incunre en tres pesos de pena si
coge la mas pequeña porcion del fruto de sus campos antes de verificarsela p a r -
tición : n o puede hacer su aceyte sino en la almazara del Señor , d o n d e debe dexar
la mitad : no puede sin licencia cortar r amo alguno principal de los árboles,
podarlos, ni arrancar los mu e r t o s , cuyo tronco se apropia el Señor territoriah
debe también traer á sus expensas las cosechas y hacer de ellas tres mo n t o -
nes , para que el representante del Señor escoja el que mas le a c omo d e , resultando
de las demoras indispensables , perjuicios que causan las lluvias y contratiempos.
A pesar de tan duras condiciones los de Ay e l o cultívan con esmero su
término, que tiene tres quartos de hora de norte á sur entre los de Montesa y
Ontiniént, y otro tanto de oriente á poniente entre los de la Ollería y Vallada.
Solo quedan incultas las crestas de los montes : vense las lomas de marga bl anque -
cina y en general el secano cubierto de corpulentos algarrobos y olivos, ó pl antado
de viñedos ; resultando anualmente el beneficio de 14® cántaros de vino,
arrobas de aceyte, 9 0 ^ de algarrobas , mas de 2 o 3 entre higos y otras frutas'
cosechas que van en aumento cada día , 6 0 0 cahíces de t r i g o , 6 3 0 de ma í z ,
libras de seda , y muchas hortalizas. ''
11 No estaba en o n o tiempo tan cultivado el término de Ay e l o ; pero la
necesidad de subsistencias, que se aumentaba cada día en proporcion de los vecinos
, y el creer estos que el terreno inculto no adeudaría derechos , mayorment e
en los primeros seis años del arriendo, les animo á plantar algarrobos y olivos. L o -
gráron efectivamente cierta franquicia por aquel tiempo , y dent ados con los pr i -
meros frutos de su industria , multiplicaron los plantíos. Re c l amó el Señor territorial
los de r e chos , mirando como suyas las mejoras hechas por los colonos ; y
viendo estos un triste de s engaño, volviéron sus industriosos brazos hácia los eriales
de los términos circunvecinos de Montesa , Olleria , y otros , que convírtiéron
en campos fructíferos , aumemando la masa de frutos que cogen en el suyo. No
disputo á los Señores el derecho á la porcion de frutos que estipuláron al tiempo
de repartir sus tierras , d de venderlas enfitéuticamente ; pero no puedo persuadirme
que lo tengan para cobrar la cantidad de frutos en aquellas tierras que eran
eriales al tiempo de la venta ; y aun d.ido que lo t e n g a n , la r a z ó n , la equidad
la utilidad común parecen pedir cierta reforma. El valor de estas tierras se debe
á la industria y al ímprobo trabajo del cultivador, que habiendo recibido un suelo
e s t é n l , pedregoso , sin aguas , sin cultivo , supo transformarle en campos útiles
, y muchas veces en hue r t a s , arrancando peñas y haciendo excavaciones en
busca de la tierra y de las aguas. Si los Señores pidiéron la tercera parte de los
frutos y los nuevos colonos conviniéron en ello respecto de las huertas y campos