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 Gabriel.  Hal la  siempre  á  su  izquierda  cerros  cal izos,  á  la  derecha  de  y e s o ,  y  coti  
 los  repetidos  ataques  de  sus  avenidas  los  va  disminuyendo,  y  fia  consumido  al - 
 gunos,  en  cuyo  lugar  se  ven  ahora  fértiles  y  dilatadas  llanuras  hacia  ei  oriente,  
 plantadas  de  moreras  ,  frutales  ,  y  de  otros  vegetales  úülcs.  Es  común  en  la  orilla  
 del  rio  el  álamo  blanco  ,  la  mimbrera,  el  ruido  y  la  lisima'quia  que  Linneo  l lamo' 
   ephemerum.  
 23  Desde  Xalance  comienza  una  larga  cuesta  para  baxar  al  Xu c a r ,  sobre  el  
 qual  se  halla  un  infeliz  puente  de  maderos  sobre  estacas  entrelazadas  con  otros  
 palos,  y  llenas  de  cantos.  Al l í  empiezan  cerros  calizos,  seguidos  hacia  poniente  
 de  montes  incultos  de  la  misma  naturaleza.  V i  al  paso  bancos  de  mármol  casi  negro  
 ,  unos  perpendiculares  ,  y  oíros  con  varias  inclinaciones.  Parece  que  aquel  terreno  
 padeció  algún  tr.istorno,  pues  se  desgajaron  muchas  peñas,  qued-índose  otras  
 á  punto  de  caer  ,  de  modo  que  para  conservar  el  camino  ha  sido  necesario  contener  
 con  paredes  los  pedruscos  que  amenazaban  ruina.  Una  larga  hora  empleé  para  
 llegar  á  Cofrentes  ,  caminando  á  la  vista  é  inmediación  del  Xucar  ;  el  calor  era  
 excesivo  á  últimos  de  Junio  ,  y  me  pareció  mas  fiierte  que  en  el  resto  del  reyno.  
 Yace  Cofrentes  sobre  un  cerro  al  pie  de  la  antigua  fortaleza  :  todas  las  calles  están  
 en  cuesta  ,  y  las  casas  se  reducen  á  solo  lo  preciso  para  vivir  ,  y  ponerse  al  abrigo  
 de  la  inclemencia.  En  ellas  moran  300  vecinos ,  que  cultivan  2200  taiiullas  de  
 huerta  ,  y  unas  300  hanegadas  de  secano  : hay  en  este  dilatados  viñedos  y  sembrados  
 i  en  aquellas  cáñamos,  maices  ,  moreras  y  muchos  frutales.  Riéganse  las  
 huertas  con  las  aguas  del  Xuc ar  y  Gabriel  ;  las  del  Xuc á r  vienen  algo  impuras,  y  
 cargadas  de  lo  que  robáron  á  los  yesares  ;  las  del  Gabriel  cristaihus  ,  y  por  eso  se  
 prefieren  para  el  uso  de  los  vecinos.  El  Gabriel  entra  en  el  reyno  con  la  misma  
 dirección  que  el  Xuc a r  j  atraviesa  una  legua  de  montes  calizos  ,  dexa  Cofrentes  a'  
 la  derecha,  y  se  introduce  al  Xuc ar  en  la  punta  oriental  del  cerro  de  la  villa.  Lo s  
 frutos  de  Cofrentes  son  1500  libras  de  seda  ,  400  cahices  de  maiz  ,  400  de  trigo,  
 300  entre  cebada  y  avena  ,  3 8  cántaros  de  vino  ,  100  arrobas  de  cáñamo  ,  20  de  
 frutas  y  hortaliza  ,  y  12©  de  pasa.  
 CORTES  DE  FALLAS,  MILLARES  ,  QUESA,  BICÓRP  r  ÉNGUEkA.  
 24  La s  huertas  de  Cofrentes  ,  las  muchas  aguas  y  la  amenidad  de  aquel  recinto  
 pequeño  resaltan  á  vista  de  las  breñas  ;  aridez  y  multitud  de  montes  que  lo  
 cercan.  Después  de  atravesar  el  Xuc a r  antes  de  la  confluencia  por  un  puente  de  
 maderos  como  el  de  Xalance  ,  y  despues  de  pisar  los  frondosos  campos  de  la  derecha  
 del  rio  ,  se  presentan  hacia  el  oriente  cerros  seguidos  de  elevados  montes.  
 Mas  de  una  hora  se  emplea  en  subir  la  cuesta  del  primer  monte  ,  cuya  cumbre  es  
 llana  con  algunas  desigualdades  ,  cubiertas  de  pinos  y  maleza,  que  continúa  por  
 la  larga  cuesta  oriental  para  baxar  á  la  cañada  del  Azabache.  Esta  se  prolonga  
 como  una  legua  hasta  el  Pisár  :  su  suelo  es  bastante  llano  y  fért i l ,  aprovechado  
 todo  en  viñas  y  sembrados,  pero  no  tiene  mas  aguas  que  las  Uuvias,  defecto  so- 
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 brado  común  en  aquella  comarca.  Otra  cañada  queda  al  sueste  llamada  del  C ampillo  
 ,  que  yace  entre  los  montes  contiguos  á  Caroc l ie ,  y  los  que  median  entre  
 ella  y  la  del  Azabache  ;  es  menos  fért i l ,  y  en  gran  parte  inculta.  Vense  allí  dilatados  
 trechos  cubiertos  enteramente  de  espesas  xaras,  que  las  cabras  comen  con  
 gusto.  A  excepción  de  estas  cañadas,  encerradas  entre  montes  calizos  y  pinares  
 espesos  ,  todo  el  resto  son  montañas  ,  por  lo  común  áridas  é  incultas  ,  destmadas  
 i  pastos  i  tales  son  las  que  ocupan  las  dos  leguas  que  hay  entre  Cofrentes  y  C o r - 
 tes  ,  y  también  ott-as mucho  mas  dilatadas  hacia  Millares  y  Bicórp.  Toda s  son  calizas  
 ,  de  peñas  compactas  mas  ó  menos  duras  ;  presentan  llanuras  en  las  cumbres,  
 y  tienen  sus  bancos  horizontales.  Sepáranlas  profundos  barrancos  ,  y  en  ellos  se  
 observa  comunmente  á  iguales  alturas  la  misma  posicion,  grueso  y  color  de  los  
 bancos  ,  aunque  medien  300  varas  entre  los  ribazos  ó  cuestas  opuestas  i  lo  qual  indica  
 que  en  otro  tiempo  pudiéron  formar  todas  una  mole  sólida  y  unida.  L a  f requente  
 interposición  de  los  bancos  permite  á  cada  paso  exammar  las  entrañas  y  
 aun  la  base  del  monte  ,  registrando  los  cortes  unos  perpendiculares  ,  y  otros  en  
 cuesta  rápida,  que  se  suceden  desde  la  cumbre  hasta  la  raíz.  E n  nmguna  parte  
 se  presentan  estos  fenómenos  con  mas  claridad  que  en  las  cercanías  de  Córtes  de  
 Paliás.  Hállase  este  lugar  á  la  derecha  del  Xucar  en  una  altura  considerable  si  se  
 compara  con  el  cauce  del  rio  ,  pero  en  una  profundidad  enorme  respecto  al  monte  
 que  lo  rodea  por  la  parte  meridional.  La  mole  destruida,  cuyas  peñas  cayeron  
 por  aquellas  cuestas  ,  dexó  rotos  y  desnudos  los  bancos  ,  manifestó  la  marga  mterpuesta  
 y  la  enorme  cantidad  de  greda  que  formaba  como  los  cimientos  del  monte. 
   La s  lluvias  que  han  sucedido  desde  aquella  época  han  ablandado  y  robado  la  
 marga  ,  dexando  sin  base  grandes  masas  ,  que  hoy  se  avanzan  y  amenazan  ruina.  
 De  allí  los  desmoronamientos  que  se  observan,  y  el  desgajarse  peñas  despues  de  
 copiosas  lluvias  y  de  yelos.  El  aspecto  que  resulta  de  semejantes  fenómenos  ,  ese  
 presenta  el  monte  mirado  desde  el  pueblo  ;  de  modo  que  parece  imposible  trepar  
 por  aquellas  quebradas  ,  y  atravesar  los  precipicios  que  se  descubren.  Los  vecinos  
 á  fuerza  de  trabajos  han  hecho  un  mal  sendero  por  el  sitio  llamado  el  GoUerón  
 de  la  cueva  negra  ,  tan  difícil  y  peligroso  ,  que  estando  en  él  desconfia  el  que  viaja  
 llegar  á  la  altura,  y  quando  lo  consigue  no  atina  á  señalarlo.  A  cada  paso  se  
 descubren  precipicios  sm  fondo  : pisase  continuamente  un  suelo  peligroso  por  su  
 estrechez  y  desigualdad  :  los  ojos  rehusan  lixarse  en  aquellos  despeñaderos  y  abismos  
 :  en  muchas  partes  fuera  temeridad  subir  ni  baxar  montado.  Hora  y  media  se  
 gasta  siempre  entre  peligros  para  llegar  á  la  esplanada  ,  sin  haberse  desviado  3©  
 varas  del  lugar  ,  que  bLmquea  en  la  falda  de  un  cerro  :  todo  el  resto  de  aquel  
 recinto  negrea  por  la  multitud  de  vegetales  que  lo  cubren.  Lo s  pinos  hacen  las  
 masas  principales,  y  entre  ellos  y  en  sus  inmediaciones  se  ven  fresnos,  cornicabras,  
 sabinas  ,  enebros  y  una  hiniesta  parecida  á  la  que  Linneo  llamó  flòrida,  bien  que  
 diferente.  Se  levanta  el  tronco  como  ocho  pies  ,  y  forma  despues  una  hermosa  copa  
 cubierta  de  flores  amarillas.  El  romero  ,  el  guardalobo  ,  el  madroño  ,  el  arrayan  y  
 s s ^ g ^ ^ M  T / w  j f c *