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reumas, constipaciones, toses y otras enfermedades semejantes, freqüentes en aquel
pais, que con particularidad atacan la cabeza. Una noche sola basta para que un
forastero no acostumbrado al clima dispiertc con dolor de cabeza , é hinchados los
ojos, si durmió en alguna de aquellas habitaciones sin abrigo : y aun enere los naturales
apenas hay muger delicada ó niño tierno que en tiempos lluviosos no dispierte
con las pestaiías pegadas. Na d a de esto pade c en, como observó el Señor
Don Hi lario To r r e s , Médi co que fué de Callosa , los acomodados que habitan
casas de dos ó mas al tos , y duermen en los quartos baxos , á donde no penetran
los vapor e s , cuidando de cerrar por la noche las ventanas y puertas : el común
del pueblo las suele dexar abiertas quando duermen para evitar el calor excesivo,
mas pagan esta satisfacción d alivio con fluxiones, y no pocos con perder la vista,
aumentando así la debilidad de la parte , que radicada en los padres suele pasar á
sus hijos. Se atajarían los progresos de esta enfermedad y tal vez se desterraría de
todo punto, no permitiendo casa alguna sin tejado en declive cubierto de tejas,
miradas ahora como imitíles. A lo qual debiera añadirse la precaución de evitar el
sereno con el mayor cuidado , cerrando puertas y ventanas por la noche , y prefiriendo
el calor á la perniciosa frescura , que se logra á la puerta o en las calles. \
quando la costumbre o' preocupación se opusiese al saludable remedio que la e x -
periencia y atento examen del local sugirió al citado profesor , sería bien que el
Gobierno tomase alguna providencia para conservar la salud y vista de aquellos
hombres.
PUS FUNDACIONES , HUERTA Y CAMPO DE ORIHUELA.
204 Hemo s llegado ya á la extremidad meridional del reyno y huerta de Or í -
huela, entre la qual y el término de El che median las Pías fundaciones que vamos á
describir. Ocupan estas como dos leguas de norueste á sueste entre el saladar de
Albatera y la revuelta que el rio Segura hace al baxar desde Guardamar al Me d i -
terráneo. Er an en otro t iempo un suelo yermo , salobre , baxo , húmedo y muclias
veces anegado, donde crecían salicornias, salsolas, y multitud de plantas que aman
la humedad: eran un manantial perenne de enfermedades rebeldes que degeneraban
muchas veces en epidemias pestilenciales, cuyo contagio cundia por la huerta haciendo
estragos, y apocando el número de vecinos. Llamábanse apestados los enfermos
que de aquel sitio iban á curarse á Orihuela , donde había para ellos un hospital
, convertido despues en un convento de Franciscos. Descoso de remediar estos
daños el Señor Cardenal de Be l lug a , concibió el proyecto de destruir la verdadera
causa , purificando el suelo que exhalaba miasmas tan perniciosos. Er a preciso
secarlo excavando azarbes, y abriendo multitud de canales por donde las
aguas corriesen con libertad hacía el r i o , y albufera de El che. T o d o se logró en
pocos años : el suelo se levanto á mayor altura con la tierra de las excavaciones: las
aguas, embalsadas antes en la superficie , baxáron en busca de los nuevos canales:
los sitios aguanosos quedaron secos , se convirtieron en huertas, y fué preciso con-
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ducir á ellos porclon del r io: fundáronse tres pueblos , á saber , San Fulgencio en
la extremidad oriental y cercanías del rio ; San Fel ipe Ne r l hacia el norte , contiguo
al saladar de Albatera j y nuestra Señora de los Dolores en el cent ro: á los
pobladores se concedieron privilegios, entre otros la exención de contribuciones
reales. T o d o era preciso para que los hombres se estableciesen en un sitio mirado
con horror hasta aquel tiempo. A l paso que la experiencia demostraba ser fértil y
sano , se aumentaban los vecinos. Siguieron estos y la tierra con mejoras: los campos
antes cenagosos díéron en breve maíz , trigo y hortalizas: los salobres perdieron
en gran parte su acrimonia con las labores, abonos y riegos: plantáronse moreras
, ol ivos , viñas , frutales de toda especie , y últimamente naranjos de la China.
Hay en el día reducidas á cultivo 42© tahullas, 9© en San Ful g enc i o, 15© en
San Fe l ipe , y i 8 0 en los Dolores. L o s vecinos de este último pueblo son en la ac -
tualidad 640 , los de San Fel ipe M O , y los de San Fulgencio 270. L a suma total
de firutos por todos tres se regula en 5600 cahíces de trigo , 1 7 6 0 de ma í z , 2300
de cebada , 3® libras de seda , 2400 arrobas de aceyte , 8® entre sosa y barrilla,
200 de cáí íamo, 1500 de Uno , 80 de frutas, 560® de hortalizas, 1800 cántaros
de v i n o , y 7© do c en» de naranjas. Aunqu e han sido continuos los trabajos para
mejorar aquel recinto, donde vemos sitios amenos y sumamente útiles j no obstante
se observan diferencias notables en los campos. Lo s de San Fel ipe son inferiores
en mérito porque abundan de s a l , cuya acrimonia aumentan sin duda los contiguos
saladares de Elche y Albatera. Si en estos se excavasen canales , y se atemperase
la acrimonia con abonos y labores, resultarían utilidades á ellos mismos y
á los de San Fel ipe. A l g o mejores son los de San Ful g enc io , bien que expuestos
á contratiempos y freqüentes inundaciones por hallarse en sitios hondos inmediatos
al rio. Exc eden á todos en la seguridad de cosechas y en la condicíon de la
tierra los de los Dolor e s , y por eso la agricultura y poblacion han hecho allí progresos
mas notables.
205 No son menores los que de dos siglos i esta parte ha tenido la huerta
de Orihuela , donde se ven pueblos nue vos , triplicado el vecindario de los antiguos
, y un cultivo esmerado en multitud de c ampos , que ninguno tenían. Mu -
cho han trabajado sus moradores especialmente en el siglo actual , mas aun no hatí
podido completar la obr a : quedan todavía eriales, y varios campos tan descuidados
, que el orozuz oficinal sufoca las plantas que siembra el labrador ; se desperdician
aguas, porque al regar no se observa el método debido ; y por esto ni
de el las, ni de la tierra se saca la utilidad posible. Lo s vecinos son en corto número
para cuidar con esmero el dilatado término , y no todos aman el trabajo:
fáltales á infinitos la propiedad, y tal vez por esto ni se esfuerzan á mejorar su
suerte, ni aseguran subsistencias para sus familias. Nótase indolencia en las mu -
gercs, que lo esperan todo de sus mar idos, por lo común jornaleros. De aquí la
miseria sobrado general en la clase mas necesitada j las pobres habitaciones é índcceiites
barracas quales se ven en las cercanías de Ca t r á l , Benejuzar , y otras
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