, ' i I i
\
el aspecto y la ut i l idad de ellas. A h o r a eon solo el auxilio de las zúas riegan algunos
huertos Itcrurosos que alli lianraa en que crian nroreras, frutales , nfaices
legumbres y hortahzas. E n uno de e l los , perteneciente á Clara Mar ia Trel les v
uu palnruo c u y o ast.l tenia casi pies de al tura, y otros dos mas jóvenes que
pasaban de 7 p.es. De l nusmo mo d o que en la palma (Pho eni x de L i n n e o ) v a n
d e x ^ d o las ho,as ccat r tces á ,0 largo del as t i l , que di sminuyen de v o lume con
el t emp o a r sucedta en los palmi tos refer idos, q „ e hacen alli veces de palmas .
1=5 A la llanura o del cabo Mar t in se siguen ha'cia el s u d u e L ar royadas
y barrancos. E l ma yor es el que corre hacia levante en busca de la o Z d e -
Ua , e n c a d a de , j o varas de ancho , buena para fondear embarcaciones p e q u e Í s .
l : a c e al sndueste y c omo á tnedia hora del cabo mas meridional l lamado de la Ñ a u
por los ma r ,no s , entre dos cabezos cortados c omo á pi co por la mi sma naturaleza
, y presenta su abertura d boca á levante. A un quarto de legua de la pl a y a
hay un tslote de unas 4 0 0 varas de largo , y apenas r o o de altura , y en el c a b e L
mer.d,ona un ca snUep c on dos cañones para proteger los barcos q L se refugian
huyendo e corsartos. Cons t ruyóse por la osadia é hrtrepidez de los Ar g e l inos que
11 g abán al fondo de la ensenada : saltaban en t ierra, y hadan correrías para robar
hombr s y mugeres. E n vanas torres que aun permanecer, en la costa solia haber
centtnelas para dar aviso del riesgo •. la nombrada del Descubr idor está mu y cere
I t a ! r „ d f ^ l a s q u e b r a d l d e
T b a ™ ' í " " "" " " » fondo
del barranco a med. o quar to de la ensenada hallé el sauzgatillo ó vi tex agnuscatus
d e Lmn e o arbusto rato en el r e yno de Va l e n c i a , el lentisco , los ramnos alaterno
y el paree,do a la cambronera , los buf talmos marítitno y espinoso , y mu y c e r -
ca del mar etrtre peñas el hinojo ma r ino: las lomas peñascosas están cubiertas de
xaras, entre ellas la parecida al b r e z o , la blanquec ina, la de Mompe l l e r , y las que
.,enen ho,as parecidas á las del r ome r o , tomi l lo y salvia , crecen por alli las Z i -
ltdes de quat to ho,as y parecida al c i t i so; los lotos r e c t o , p e l u d o , dor icnio , y el
que da e fruto c omo el pie de paxaro , la escorzonera con hojas de grama , el al -
bard,n , el esparto común y el juncal , el trébol estrellado , la santolina acipresada
, los teucrtos en c abe zue l a , iva y do r ado , y muchas gramas c omo b r omo s , avenas
y c n o s u r o s , entre estos el dorado y el erizado. Pisando estas y otras mi l plana
s conocidas caminé largo trecho con dirección al n o r t e , y l legué á la llanura
del cabo Mar t tn sm haber visto c amp o alguno cul t i v ado: mu y presto mu d ó el
suelo de aspecto al baxar de las alturas hacia Xá b e a : presentáronse á la vista bos -
ques de corpulentos algarrobos con mucha leiía de sobr a, y entre ellos no pocos
ohvos c on el mi smo defecto : las higueras y viñas bien cuidadas ocupaban las l o -
mas y el resto de la tierra los sembrados. L o s a lmendros , que en otro t iempo
formaban la cosecha principal del término , se reducen diariamente á menor u l
m e r o , porque perecen en pocos años quando debían fructificar. Es t e f enómeno
tan contrario á los intereses del pueblo debia llamar la atención de los naturales
[ 2 1 9 ]
para descubrir la causa , y poner r emedio : la tierra es la misma , y en la atmos -
fera no ha habido mutación notable. Se observa que un a h u e n d r o , plantado en el
sitio donde mur ió otro , v i v e solamente hasta que empieza á fruct i f icar, no obstante
haber cavado la tierra antes de plantarlo. T a l v e z las cavas debieran ser mas
profundas hasta extraer todas las raices del árbol muerto , y aun la tierra cont igua
infecta. Sabemos que la raiz principal del almendro entra perpendicularmente en
la t ier ra, y que la sobrada dureza de esta y la humedad es nociva en ext remo.
Deberá pues el cul t ivador atender á estas circunstancias para no emplear en v ano
sus trabajos ; y si el suelo rehusa los a lmendr o s , aprovecharlo en otras plantas út i -
les. L a diminución de almendra se ve ya recompensada por la seda , higos y a l -
garrobas , que v an siempre en aumento. L o s frutos del término se regulan en 32©
arrobas de pasa , de h i g o s , 2 5 0 0 de a c e y t e , 150© de algar robas , 200 de
almendra mo n d a d a , 600 de hortalizas y l e gumbr e s , 15© cántaros de v ino , 3© libras
de seda , 4 1 5 o cahíces de t r i g o , y otros g r ano s , 4 5 0 de ma i z , y buena por -
cion de lana. T a l suma y riqueza repartida entre los v e c ino s , por lo común p r o -
pietarios , produce la abundancia que r e yna en el pueblo : los montes le proporcionan
caza , y el mar pescados deliciosos : solo carece de aguas puras y delicadas
viéndose precisado á beber la de pozos poco gratas , pe ro en nada perjudiciales
á la salud.
1 2 6 Me habian ponderado las cuevas del cabo Ma r t i n , y para verlas hube
d e embarcarme. A la sazón estaba el mar con ménos tranquilidad que la ordinaria
, y en v e z de hacerlo en la ensenada de Xá b e a , lo hice en la citada del cabo
Negre , caminando ántes por la orilla del mar c omo una legua. V i sobre una loma
contigua i la playa la torre ó castillejo de la Font ana , donde habia ántes dos c a -
ñones , cuyas balas l legaban por el nordeste hasta la punta del cabo de San A n -
tonio , y por el sueste hasta la isleta que ha y junto á la costa , defendiendo así enteramente
la ensenada de X á b e a : los cañones estaban de smont ados , rotas y sin
ruedas las cureñas. A l sur de la Font ana se conservan vestigios de lo que allí l l a -
man No r i a , que sirvió en otro t iempo para introducir las aguas del mar en c ana -
les , y guiarlas por estos á unas llanuras h o n d a s , donde evaporadas se cristalizaba
la sal comi in. N o t é que los largos sillares de que se formò el edificio estaban uni -
dos entre si por pedazos de piedra labrados á manera de cola de g abi l an, y ajustados
en las excavaciones hechas en las junturas de los sillares. Le j o s de haber a l -
terado el t iempo y la intemperie dicha uni on , la han fortificado de mo d o , que t o -
dos aquellos sillares parecían un solo cuerpo , y sus junturas c omo líneas figuradas.
Son de piedra caliza , fuerte y porosa , parecida algún tanto á k piedra tosca que
veremos después en los baños de la R e y n a . Ha l l é en la pl a y a f ragmentos r edondeados
de piedra pomes que saco el mov imi ento del ma r : unos eran fibrosos, otros
porosos y sin fibras, cuyos colores variaban del ceniciento al lila. A l g o apartado de
las aguas en la arena suelta crece la campani l la soldanela, el cirpo punt iagudo , el
loto c r é t i co, el bunias cákile , el alhelí c a n o , l lamado allí violem blanca , y otras
' i