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nal. Distínguense en Elche dos variedades por la diferencia de sus frutos, que son
d dulces ó ásperos. Los dulces, llamados vulgarmente candits , se arrugan en la
palma, y se comen sin aderezo alguno. Para poder comer los a'speros se rocían
con vinagre común , y se mantienen bien cubiertos por espacio de dos dias, pasados
los quales se hallan dulces y de un gusto agradable, que conservan como
seis dias j luego se corrompen , y por eso solo se adereza aquella porcion que puede
consumirse en dicho tiempo.
193 Las palmas prevalecen en suelo terreo regado con freqüencia. Riéganse
las de Elche con aguas salobres, y esta'n plantadas á seis pies una de otra en lilas
paralelas á lo largo de los canales de riego: estos suelen tener pie y medio de profundidad
, seis de ancho , y como 300 de largo, y sirven de linderos á los campos
que se aprovechan en alfalfa , algodon y otras producciones; porque ni las palmas
empobrecen el suelo con sus raices, ni la poca sombra que causan sus coronas y
astiles perjudica i los demás vegetales. No se ocupa el labrador en cavas, ni en
otras operaciones por lo que mira al suelo ; pero respecto al fruto practica muchas
difíciles y peligrosas, precisado á subir hasta la corona, y mantenerse allí sin temer
los vayvenes del astil, ni las agudas espinas de las frondes. Diestros y atrevidos
los de Elche suben con una celeridad increíble, sin mas auxilios que una
fuerte soga con que ciiíen floxamente sus cuerpos y el astil, sobre el qual apoyan
alternativamente sus pies desnudos, mientras que con las manos van elevando la
soga hasta llegar á la corona. Al l í dan vueltas circulares para observar el fruto, cortar
las frondes inútiles, y asegurar las ta'maras femíneas ya fecundadas, que atan
con cordeles para que los vientos no maltraten el fruto tierno, ni hagan caer el
abultado antes de tiempo. Mayor parece el riesgo á que se exponen quando suben
i formar un cono de todas las frondes de la palma. Van doblando hacia arriba
aquellos pezones duros , estrechando cada vez mas los lazos hasta formar de todas
ellas un haz , que cubren con frondes inútiles, y aseguran con cordeles desde la
base del cono hasta el verdee j sirvie'ndose para ello de débiles escaleras de doce
peldaños , que apoyan sobre la punta del astil, y arriman á la obra que va saliendo
de sus manos 5 al cono que por su propio peso se dobla muchas veces. Rehusan
los ojos mirar á aquellos hombres, al parecer en tanto riesgo , mientras ellos se
ocupan con serenidad en completar su obra. Concluido el cono , y cortadas las
frondes inútiles descuelgan la escalera y la hacha j entran de nuevo en la cincha ó
soga circular , y baxan con una velocidad admirable. Empiezan á formar dichos
conos desde Abril hasta Junio , sin cerrarlos por arriba hasta el mes de Agosto,
para que las frondes del centro crezcan y se igualen con las otras. Así utilizan los
machos y aquellas hembras que no quieren dar fruto, reduciéndolos á conos cada
tres años , tiempo suficiente para arrojar nuevas frondes. El número de conos anuos
suele ser 8©, y su producto otros tantos mil pesos , pues de cada uno resultan diez
frondes útiles , que ordinariamente se venden á real y medio. Como no todas las
hembras fructilican, se pueden regular en 350 las que dan fruto, y el de unas con
otras en quatro arrobas al año , que vendidas á diez reales producen i .400© reales.
194 Ademas de la utilidad que el cultivador saca de las palmas, logra otras
en el producto que dan las áreas intermedias, sembradas como dixe de alfalfa , algodon
y hortalizas. Débese esto á la fecundidad del suelo , y quizá mas i la industria
y aplicación de los naturales ; de ahí la multitud y variedad de frutos en aquel
término , todo bien cultivado ; de ahí el aumento progresivo de vecinos, que se ha
doblado en los últimos 40 años, excediendo en cada uno los nacidos á los muertos
por lo regular en 400 individuos. En tiempo de Moriscos se reputaba población
grande , y no llegaban á i 9 sus vecinos : hoy pasa de 5S) inclusos los 180 de
Santa Pola , y los 80 del Molar, d bien sea San Francisco de As í s , sus anexos.
Según las noticias exactas dadas por los Señores Curas y Vicarios hay 7100 almas en
la Parroquia de Santa María, 7900 en la de San Salvador, 5080 en la de San Juan,
870 en Santa Pola , y 350 en el Mola'r. A excepción de algunos empleados en
el tragino y carretería, y otros en manufacturar el esparto , todos son labradores, y
todos se esmeran en aiunentar los frutos, que se regulan en 5© barchillas de almendra,
6© cahíces de trigo, 30© de cebada, 58500 arrobas de aceyte, 6o© de algarrobas,
8© de barrilla, sin contar otras especies de inferior mérito llamadas allí sosa y
salicor. El vino les rinde medio millón de reales, y mucho mas la alfalfa , frutas,
hortalizas, algodon y otros varios artículos. Hay en Elche calles y plazas espaciosas,
buenos edificios, y templos magníficos. Sus vecinos por lo general bebían antes el
agua salobre, y por eso padecían erupciones cutáneas, y ott-as enfermedades. Compadecido
de ellos su pastor y padre el difunto Señor Obispo de Orihuela Don Josef
Tormo, conduxo desde el término de Aspe aguas saludables para todo el pueblo,
que salen por varios caños de una fuente. Hízose esta buena obra en 1789 , y ya
todoi tienen aguas cristalinas y puras, reservadas en otro tiempo para los ricos,
que las mandaban traer de larga distancia. Crecerían sobremanera los frutos y el
vecindario de Elche si alcanzasen agua los campos de su fértil secano ••> pero no
hay mas riego que el que proporciona un pantano, distante como una legua hacia
el norte de k villa.
195 Para observarlo salí de esta por el camino que conduce á la rambla, y
pasé por debaxo de los arcos y aqüeductos por donde vienen las aguas del pantano
para el riego , y las dulces de Aspe para el consumo del pueblo : noté poca solidez
en estos últimos, y que perdían parte de sus aguas , tal vez por haberse construido
la obra con precipitación , d por mala elección de materiales ; y admireme
al ver que una villa tan rica y populosa como Elche miraba con indiferencia semejantes
quiebras sin perfeccionar y conservar la útilísima obra de su difunto Obispo.
Crucé la rambla, y en breve llegué á las ruinas de las acequias y molinos, que
los Moros excavaron en una especie de hormigon natural muy duro, de cuya naturaleza
son varios cerros que aun existen , y otros en parte destruidos por las
anuas ; las quales ablandaron y robaron la base terrea que les servia de cimiento,
é hiciéron caer sucesivamente moles enormes á la rambla : también han arrancado
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