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fér t i l , porque ni los operarios se atreren á tragar el veneno que la tierra despide
al darle vueltas , ni los propietarios quieren aventurar gastos y semillas , estando
ciertos de perderlo todo eu la primera tempestad d aguacero. Sus aguas embalsadas
y sin movimiento alteran y corrompen la atmosfera , de donde provienen las
epidemias freqüentes en San Beni to , aldea de 2 2 vecinos. Para cortar la raíz del
ma l , y reducir á cultivo el precioso fondo de la laguna, convendría dar curso l i -
bre á sus aguas , dirigiéndolas por un canal al barranco ó rambla de la Peña. De
las nivelaciones hechas resultan muchas varas de desnivel entre la laguna y el barranco
, distantes entre sí como tura legua. Los gastos serian considerables , pero serian
recompensados con grandes usuras } y oí de algunos que pagarían con gusto
un segimdo diezmo de frutos. Las aguas que hoy se pierden é infectan aquel recinto
hechas titiles para el riego , darían algún producto , que se aumentaría si al
tiempo de excavar se descubriesen manantiales , como parece muy probable. Pero
no creo se lleve á efecto este iitíl proyecto , ni que se reduzca á cultivo toda la
tieiTa fértil de Ay o r a , mientras no se triplique su vecindario ; porque su término
no es menos de 23 leguas quadradas, largo casi ocho de oriente á poniente, con tres
de norte á sur. Confina al oriente con los términos de Enguera , Quesa y Bicdrp;
al norte con los de Teresa , Zarra y Xarafuél ; al poniente con los de Jorquera y
Alpera en el reyno de Murcia ; y al mediodía con los de Ahnansa y Enguera.
E s frío , montuoso , sano y fértil. L a llanura que empieza en la parte meridional
se va estrechando lucia el norte por los montes que hjego forman el valle de
Coftentes. E l primero que se presenta "càtiiìnando desde el pueito de Almansa hacia
Ayor a es el conocido con el nombre de monte de la Can:Q , que los Engue -
rinos llaman Solana de Ayor a : empieza en el mismo puerto , y sigue coino tres
leguas de sur á norte hasta el sitio llamado cueva Horadada , donde se une con
la muela de Bicdrp , y por medio de esta con Caroche. Todo es calizo , y por lo
común queda inculto , especialmente sus faldas y raíces orientales ; no tanto por la
condicion del suelo , quanto por hallarse á mucha distancia de la poblacion. Para
cultivarlas solo algunos años apenas dexa'ron uno ti otro pino de los muclios que
había ; abandonáronlas, y no quedan mas de vestigios del ctiltívo antiguo en casas
arruinadas , entre ellas una ilul junto al pocíto de Eza'r. Al presente empieza
el cultivo ha'cia la mitad de la cuesta : se aumenta mucho en lo que llaman las
casas de Jusepe Rub i o , y mas aun en la mayor altura del monte , abundante en
tierra vegetal. As í sigue hasta doblar el cabezo septentrional del mont e , y las inmediaciones
de la cueva Horadada,
5 Es ta parte de la montaña parece cortada á pico por muciias varas hasta la
esplanada de la cueva , desde donde empiezan largas cuestas hasta los barrancos.
Su e.xposícion al norte , y muclio mas las aguas , que o destilan por todas partes,
ó corren por la hermosa fuente que nace en aquella altura , mantiene fresco el suelo
, y las muchas plantas que lo matizan. Lhimase Horadada la cueva, porque el
anchuroso arco de su entrada está separado del corte casi perpendicular de la montaña
j quedando encima varias peiías al parecer poco seguras, y entre ellas arbustos
y matas , cuyo conjunto presenta una vista agradable y pintoresca. Al l í vi con
abundancia la hepática, la doradilla , el culantrillo , el polipodio común y otras
plantas que aman sitios húmedos y sombríos. Tambi én crece el talictro menor , el
arísaro , las campanulas alpina y de hojas redondas, dos antirrlnos nuevos , que son
el tenellum y crassifoliura de mis obras botánicas, la abejera , y el vencetosigo. E s
común el er izo, por ser rigurosos y de mucha dui'acion los f r íos : también lo es
en las lomas el espliego , el romero , la gayuva, el fresno de flor, la ínula de
monte , y otros vegetales.
6 Ent r e el monte de la Canal y los contiguos de Enguera y Bicórp queda
el ancho cauce del que allí llaman Riogrande , no siendo sino un barranco sin
aguas , á excepción de las que acuden en tiempos lluviosos. Estas sin duda han
producido el trastorno que allí vemos , y el dilatado valle tendido de norte á sur.
Empieza el Riogrande en los collados de la Ombr ía negra , en el mojon que di -
vide los términos de Almans a , Ayor a y Engue r a , y corriendo hacia el norte r e -
coge las vertientes de los montes hasta llegar á la rambla de Litillo , que baxa
hacia poniente desde la muela y fuente de la Ros a . La s avenidas de esta rambla
son casi de igual fuerza que las del rio. Ent r e ambos cauces antes de su confluencia
yace la loma de Marín de una legua de extensión , cultivada en otro tiempo y
hoy abandonada , sin árboles y casi sin vegetales. Una hora despues de dicha
confluencia recibe el rio por su izquierda la rambla de la Mol ine ra, engrosada ya
con el barranco de Matard, que corre á una profundidad enorme entre Caroclie
y la muela de Bicórp. Tuerce en aquellas imnediaciones el Riogrande hacia el
or iente, y entrando en el llamado del F r a y l e , toma este nombr e , y corre con
nuevas aguas de las muchas fuentes que allí brotan , y se aumentan con las del rio
Cazumba , que recibe á una legua de Bicdrp. Pasa despues por el mediodía de
Quesa ; admite por la izquierda la rambla Seca y los barrancos septentrionales , y
por la derecha las aguas de Navarrés y de la fuente de la Cadena, corriendo adelante
con el nombre de rio de Escalona hasta entrar en el X u c a r , casi en frente
de Tous . Apenas en su largo curso se halla sitio alguno sin mont e s : corre mu -
chas veces por gargantas estrechas y profundas despues de haber vencido mul -
titud de obstáculos para abrirse paso, dexando muros escarpados, y abismos de
difícil acceso.
7 Otros montes quedan hácia poniente paralelos al de la Canal que acabamos
de ver , los quales separan el reyno de Valencia del de Murcia. Los collados
y valles que dexan entre sí parecen interrumpir su contin;uacion; pero vista la substancia
uniforme de todos ellos , la altura casi igual terminada por esplanadas, la
posicion horizontal de los bancos , y la semejanza de los vegetales , es de creer que
tengan unión subterránea, como probablemente la tuvieron visible en otro t iempo.
Las llanuras de Almansa , las de Alpe r a , y aun los valles de Ayor a y C o -
frentes pueden ser efectos de montes destruidos, que estuvieron contiguos á los
TOMO H . B