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 mentados  de  40  anos  á  esta  parte.  Y a  parece  imposible  que  pnedan  sostenerse  en  
 aquel  suelo  ,  y  por  eso  redoblan  sus  esfuerzos  á  medida  que  se  multiplican  las  
 necestdades.  Es  lástima  ignoren  el  método  de  gobernar  los  olivos  y  algarrobos,  
 que  V,  C^u-gados  de  leña  iniítil:  mueho  padecieron  los  algarrobos  en  el  Invi e rno  
 de  , 7 8 8  i  pero  como  se  consenáron  vivas  las  raices  y  muciros  troncos  ,  empezaban  
 a mejorarse  en  >793.  Ta l  vez  Itabrán  padecido  igual  desgracia  en  el  riguroso  
 Febrero  de  este  año de  ,  796.  Debieran  los  del  valle  multiplicar  los  almendros,  vista  
 la  felicidad  con  que  crecen  y  fructifican  unos  pocos  que  l.ay  :  es  regular  se  ani - 
 men  con  el  exemplo  que  les  presentan  varias  cuestas  ,  antes  eriales,  y  hoy  plantadas  
 de  almendros  por  el  cuidado  del  difunto  Rec tor  del  Seminario  Conciliar  
 de  Segorbe  Do n  Toma s  Escrig,  Lo s  frutos  del  valle  se  regulan  en  400  cahiees  
 «  n-igo  ,  3 3 5  de  maiz  ,  60  entre  judias  y  cebada  ,  ¡ S  arrobas  de  aceyte  73  
 de  frutas,  300  de  hortalizas  ,  S 2 100  cántaros  de  vino  ,  38  libras  de  seda  ,  mn - 
 ^ y e i r  '  ' ^  
 1 5 4  El  último  pueblo  de  este  libro  es Ma t é t ,  donde  moran  enta-  peñas  , 4 0  
 véanos  labradores  :  lo  destemplado  de  la  atmosfera  no  permite  vivir  algarrobos  
 en  aquel  dilatado  término  ;  pero  lo  aprovechan  en  viñedos ,  en  higueras  y  en  
 tal  qnal  ohvo.  Las  aguas  que  por  allí  nacen  sirven  para  regar  las  liuertas  ,  y  entran  
 en  el  barranco  de  Almonac í r  ,  que  después  de  atravesar  el  valle  y  fecundarle  
 sale  hacia  los  campos  de  Castelnou  en  busca  del  Palancia,  y  mezcla  con  él  sus  
 aguas  frente  el  molino  de  Cruillas.  Baxa  á  veces  con  tantas  aguas  y  tal  furia  ,  que  
 detiene  al  Palancia  ,  y  arruina  quanto  halla  en  la  ribera  opuesta.  Y a  desaparecieron  
 muel,os  campos  pingües  y  parte  del  mol ino,  cuya  situación  es  poco  segura  L o s  
 frutos  de  Matét  se  reducen  á  . 6 0  cahíces  de  trigo  ,  100  de  maiz  ,  30  de  legumbres  
 ,  40  arrobas  de  aceyte  ,  otras  tantas  de  mi e l ,  de  aguardiente  ,  g S  de  higos  
 2400  de  pasa,  2 7 8  cántaros  de  v i n o ,  y  600  libras  de  seda.  '  
 LIBRO  QUARTO.  
 SUR  Ó  T I E R R A S  ME R I D I ONA L E S  
 D E L  R E Y N O  DE  V A L E N C I A .  
 J_>a  soledad  y  la  aspereza  de  los  montes  coneilian  la  atencioti  del  naturalista  
 ,  quien  estimulado  del  deseo  de  adquirir  nuevos  conocimientos,  de  perfeccionar  
 sus  ideas  y  comunicarlas  á  sus  semejantes,  no  siente  las  incomodidades  
 y  riesgos  inseparables  de  tales  excursiones.  Baxa  de  los  montes  á  las  llanuras  ,  y  
 se  deleyta  al  verlas  sembradas  de  pueblos  y  producciones  varías,  de  industriosos  
 colonos  que  aprovechan  el  suelo,  las  aguas  y  los  vegetales  nativos.  Quisiera  tal  
 vez  hallar  eriales  abandonados  á  su  suerte  para  estudiar  en  ellos  la  naturaleza  ;  mas  
 prefiere  á  este  gusto  el  sólido  de  ver  que  prospera  la  agricultura  ,  las  fábricas  y  
 la  especie  humana.  C o n  dificultad  se  señalará  provincia  que  en  tan  corto  espacio  
 reúna  tantos  objetos  dignos  de  consideración  ,  como  el  reyno  de  Valencia.  Vimo s  
 en  el  primero  y  tercer  libro  un  suelo  ingrato  ,  montes  ásperos,  destemplados,  y  
 pobres  en  vecindario  y  f rutos,  pero  ricos  en  producciones  naturales,  y  que  aun  
 conservan  monumentos  para  conjemrar  su  forma  pr imi t iva,  su  origen  y  trastornos. 
   E n  el  segundo  recorrimos  un  terreno  fértU  ,  mas  por  arte  que  por  naturaleza,  
 que  debe  su  existencia  á  la  descomposición  de  los  montes  ;  y  hallamos  en  él  un  
 pueblo  inmenso  ,  que  pide  incesantes  frutos  á  la  tierra.  Al lora  entramos  en  un  recinto  
 que  ofrece  empinados  mont e s ,  honibles  barrancos,  y  deliciosos  jardines,  
 donde  la  agricukura  y  las  fábricas  se  han  aumentado  mucho, y  aun  se  van  perfeccionando  
 i  donde  la  poblacion  es  considerable  ,  las  frutas  deliciosas  ,  varias  y  ricas  las  
 producciones,  despejado  el  cielo,  y  abundantes  las  aguas.  Hállanse  en  él  los  elevados  
 montes  de  Mar iola,  Mo n g ó ,  Benicadél l ,  Serrella,  Ay t ana  y  otros,  ricos  todos  
 en  vegetales,  y  mucho  mas  en  deliciosas  aguas.  N o  tiene  rios  caudalosos,  pero  sí  
 muchos  riachuelos  que  fertilizan  valles  y  llanuras  notables.  Vense  allí  las  preciosas  
 huertas  de  Gandía,  Al icante  y  Orihuela  ,  los  dilatados  campos  de  Monovar ,  El che  
 y  Ont iniént ,  los  amenos  y  ricos  valles  de  Castalia,  Biár ,  Concentayna  y  Al b a y - 
 da;  finalmente  las  fábricas  de  varios  pueblos ,  que  de  mil  modos  connibuyen  á  
 la  felicidad  propia  ,  y  á  la  general  del  Estado.  D.iremos  principio  á  este  libro  
 por  el  valle  de  Ai b a yda .  
 VALLE  DE  ALBAVDA.  
 s  Hállase  este  valle  encerrado  entre  las  cordilleras  de  montes  casi  paralelas,  
 que  corren  de  nordeste  á  suducste  desde  el  Col i  de  Llautó  ,  y  distan  entre  sí  como  
 legua  y  media  :  la  septentrión.,1  se  llama  Serragrosa  , descrita  ya  en  el  segundo  
 libro  :  la  meridional  se  compone  de  los  montes  de  Benicadél l  y  de  Agul l ént  ;  ex- 
 TOMO  I I .  o- 
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