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halla en flor á álrimos de Setiembre ; pero los labradores cortan regularmente los
tallos ántes de florecer , á fin de que las raices y tubérculos tengan mas substanca.
H a d a mediados de Ocmb r e l lega el fruto á la perfección que se desea , y se recoce
la cosecha Para esto forman un nudo de los tallos y hojas que nacieron en c a -
da hoya i dan con el azadón quatro g o lpe s , que forman un quadrado , mov.endo
por todas partes la t ierra, y tirando por el nudo arrancan las ratees y tubérculos.
Para separarlos de las raices sacuden los manojos contra un cañizo , y luego los ponen
sobre un harnero, por cuyos agujeros « cayendo la tierra. Ul t imamente os
lavan en agua c lara, y bien limpios los extienden para que se seque,, y puedan
conservarse , en cuya desecación pierden la tercera parte de su peso. Cada hanegada
de tierra donde no haya árboles da regularmente de 30 á 40 arrobas de chu-
L secas, y se vende ordinariamente la arroba á 13 reales de vel lón. En los ci -
tados lugares de Almásera y Al b o r a y a se desunan á esta cosecha . 8 0 hanegadas,
que deben producir mas de 7, -3 reales. La s chufas están cubiertas de una epider -
mis sutil entre ceniciento y r o . o . son aovadas , y mas pequeñas que la avellana
mondada; lo interior es sálido , blanco y algo dulce , que Laguna dice enxug.« y
confortar el estdmago. El vulgo las come teniéndolas ántes en agua doce horas:
en Madr id y otras partes sirven para las orchatas que se venden con dicho nombre.
5 7 A la derecha del barranco de Carraixét entre el mar y el camino real de
Barcelona yac e Al b o r a y a , pueblo respetable por su vecindario y sus frutos. En
medió de habérsele separado Almá s e r a , con quien formaba en otro t iempo una
sola par roquia, tiene mas de 5 60 v e c inos , que se aumentan sin cesar. Ha n convertido
estos en ricas huertas su t é rmino, igualmente feraz y llano que las mme -
diaciones de la capi tal , y cogen $3 libras de seda , 4 3 docenas de melones , cerca
de cahices de t r igo, 600 de ma i z , 500 de judías, 1 c á n t a r o s de vino, i . 700
arrobas de pimi entos , 3 300 de frutas, de hortal izas, 7 0 ^ de al fal fa, ^ 3 de
paja , 90 de cáñamo , y 3 7 0 0 de chufas.
58 Caminando desde Al b o r a y a hacia la embocadura del T u n a en el Me d i -
terráneo , queda á la derecha la corta poblacion de Benima c l é t , distante de la c a -
pital un quarto de legua : es de 72 vec inos , que solamente tienen 80 cahizadas de
L m i n o , donde cogen seda , cáñamo , trigo , maiz y las producciones de huerta.
Poco ántes de la boca del rio á la orilla del mar se halla la villa del G r a o , situada
hacia el oriente de la capi tal , y á media hora de distancia F u e antiguamente
de corto vecindario , y hacia parte de la parroquia de Rusafa , una de las de la
ciudad El corto término que posee es casi inútil para la agricultura , reduciendose
á arenas sueltas , que forman aquella playa ; pero la pesca y el comercio suministran
medios de subsistir á 6 3 6 vecinos , que v i v en en la parroquia antigua del pueblo
, y á otros 500 , que componen una nueva parroquia , tendida por espacio de
media legua al nordeste de la villa. L a s habitaciones que están fuera de las murallas
generalmente se reducen á pobres cirozas ó barracas. Su fábrica consiste en dos
L i a s tapias paralelas de cinco pies de al tura, sobre las quales se levantan dos
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planos inclinados convergentes, cubiertos de cañas y e n e a , cuya reunion forjiia
un caballete con dos alas. Hechas así las laderas y techumbre, ciérranse los frentes
opuestos con otras dos tapias que suben verticales hasta el cabal lete, y en estas se
abren las puertas y ventanas. Var ían la barracas en sus dimensiones é interiores
comodidades : las mas son pobres , pero suficientes para guardar las redes y el
corto número de muebles de aquellos vecinos. L o s mas son matriculados, y todos
sacan del mar la subsistencia. Tienen 70 barcos para la pesca del Bo u , tripulados
cada uno con siete ú ocho hombr e s , y pueden pescar desde principios de Oc tu -
bre hasta la Resur rección, quedando prohibido este ramo de industria en el resto
del año , i excepción de tres parejas que se permiten para el abasto de la ciudad.
Creen algunos que la cantidad de peces en estos mares es igual á la que habia 50
años hace, quando los 70 barcos pescaban sin interrupción, y añaden que muchas
especies de peces vienen aquí en ciertos t i empos , y desaparecen en otros. Parece
favorecer esta opinion la grande extensión del Medi ter ráneo, la multitud de ani -
males que allí v i v e n , y la transmigración que muchos de ellos repiten anualmente.
L a prohibición, que empezó á la mitad del siglo ac tual , privó al Gr a o de mas de
100 ve c inos , que fueron á establecerse en C á d i z , Puer to de Santa María y otras
partes, y reduxo á otros á un infeliz es tado, del que saldrían si en nuestros mares
se permitiese dicha pesca. E n las otras se emplean 50 bar cos , y en el comercio
mas de 9 0 , que viajan hacia las costas de Fr a n c i a , I tal ia, Portugal y Af r i c a.
59. La playa del Gr a o es toda de arenas en cuesta mu y suave. A l l í acuden
los do la capital á bañarse, cuyo prodigioso concurso aviva aquel recinto, ya de
suyo interesante por el movimiento de las aguas y los buques que se descubren.
Los años pasados iban y volvían comunmente en el mi smo día por la facilidad
que ofrecen centenares de calesines y otros carruages apostados para este fin en las
puertas de la ciudad. Ya muchos convidados de la frescura y amenidad del sitio,
suelen permanecer algunos días alojados por lo general en las chozas de los pes -
cadores. Aumentándose con el t iempo la pasión y el número de los concurrentes,
varios sugetos acaudalados no contentos con el pobre alojamiento de las chozas,
han construido sucesivamente edificios espaciosos, unos pocos con toda solidez,
los mas con el nombre y la forma exterior de barracas, en que se hallan las c o -
modidades , los adornos , y hasta el luxo de la capital : por donde ha venido á for -
marse otra poblacion numerosa al largo de la playa. Júntanse allí en estío personas
brillantes de ambos sexos , viven con l ibe r tad, sin et iqueta, y en una diver -
sión continua ; se suceden los convi tes , los bayles y alegría ; pero al cebo de estos
dcleytes acuden gentes díscolas, que se introducen en la sociedad para cor romperla.
\ a se nota que la virtud mas sólida queda expuesta á perderse , y que á la
juventud se le presentan exemplos mu y nocivos. Sin duda se ignora este desorden,
o no han llegado á conocer su gravedad los que tienen obligación de remediarle.
60. Ha contribuido á multiplicar el concurso y los viages la construcción del
puerto. To d o s deseaban esta obra tan útil como necesaria, y todos van á ver los
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