43. Al norte y poniente del recinto que examinamos corre una serie de altos
cerros o montes con algunas interrupciones , terminados hacia el oriente por lomas,
que son los límites occidentales de la huerta de Valencia. L o s montes del valle de
Jesus , que son los mas septentrionales,
se unen con los de la Calderona y lomas
de Botera ; siguen luego los de Vi l lamarchante , Cheste y Chi v a luícia poniente,
que cierran el llano de Quart ; y últimamente corren hacia Tu r i s , Mont roy y NI -
ñerola, dexando entre este ;u-co y el mar quanto riega el Turia. A l occidente y norte
del citado arco se siguen otros montes que se aumentan por Bunól l , Tous , Pe -
dralba , Portaceli y Naquera. To d o s son calizos , á excepción de los areniscos del
valle de Jesus , con la mayor parte de los de Serra, Naquera y Portaceli j por lo
qual la tierra de sus raices es margácea por todas partes, menos en el valle de
Jesus, que es sumamente arenisca. Es ta observación prueba que el suelo actual
debe su existencia á las pérdidas de los montes -, pero veamos como pudo formarse
y descubrir de algún modo la causa de las epidemias. La huerta entera de V a -
lencia hasta las raices de los cerros y montes debió ser mar en otros siglos posteriores
á la época en que todo el reyno estuvo sumergido. El grueso banco de
arena que desde el mar se prolonga hasta los cerros opuestos , siempre á mayor
profundidad según la distancia 5 la arcilla que cubre las arenas, mas ó menos solida
y de diferente espesor j la tierra en fin que desde la arcilla sigue hasta la superficie
actual de nuestro suelo, todo prueba que las aguas produxéron esta dicha mutación.
Los montes en los siglos remotos tuvieron mas al tura, y los barrancos menor profundidad
, corriendo entónces las aguas por cauces mas elevados. La s olas del mar
batian las raices de los montes , terminados los mas de ellos en l oma s , que venian
probablemente por donde hoy están Mo n e a d a , Pat e rna, llano de Quart y T o r -
rent. La cuesta que el mar formaba desde la playa sería sin duda suave , y semejante
á la que hoy vemos. Empezaron á descomponerse los mont e s , y ú retirarse
el mar por la enorme cantidad de cuerpos que de aquellos recibia ; ocuparon el
fondo las arenas como mas pesadas, y sobre estas iba quedando el légamo desleído
, que con el tiempo y nuevas adquisiciones se iba endureciendo y aumentando
; derramáronse sobre el nuevo suelo repetidas avenidas cargadas de tierra,
que la resaca del mar forzaba á amontonarse, y de este modo se levantó sobre el
antiguo fondo de las aguas un suelo firme y fértil qual hoy vemos.
44. Supongo que en los antiguos cerros y lomas inmediatas al mar hubo v a -
lles y excavaciones cercadas de peñas j y en los fondos y laderas fuentes perennes
ó intermitentes , por donde sallan las aguas que baxaban de los montes , formando
allí rebalsas hasta hallar salida. Pudo esta cegarse por alguna causa, y entónces
se aumentaron las dimensiones de las rebalsas ó lagunas. Dichos fondos,
como también otros donde no había fuentes, se llenaron de escombros en alguna
revolución, ó por las continuas pérdidas que sufrian los montes hasta quedar de
nivel y formar una " superficie bastante igual , baxo la qual quedaron ocultas las
fuentes y rebalsas. E n este caso debió suceder que las aguas de los montes de Serra,
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Naquera y Por tacel i , que tenían su curso unas por barrancos , y otras por filtros
subterráneos , origen de las fuentes , continuasen por los mismos conductos á cor -
rer y perderse unas por los barrancos hasta el ma r , y otras por los canales subterráneos
que desaguaban en los fondos antes descubiertos, y ahora terraplenados.
A medida que el origen de las citadas fuentes , hoy día cubiertas de tierra , estaba
mas al to, por leyes de hidrostática debían las aguas, despues de salir por las
antiguas boc as , subir á tal al tura, que contrapesase la gravedad de la columna
opuesta, atravesando para esto la masa de tierra que menos resistía, y formando
pozos cenagosos quando hallaban muros de greda impenetrable. Son estos freqüentes
en el distrito y cercanías de San Ono f r e , la Madalena y Mus é ros , y por esto
se ven algunos sitios altos y pantanosos á poca distancia de otros secos aunque mas
profundos -, porque sin duda aquellos ocupan al presente lo que antiguamente fueron
excavaciones profundas con fuentes intermitentes , cuya salida y curso se per -
dió con el trastorno que ha padecido nuestro globo,
45. La inspección sola de muchos sitios del reyno de Valencia da nueva fuerza
á mi opinion ; podría señalar algunos , pero baste el que nos ofrecen las inmediaciones
de Simát en el valle de Val ldigna. En las raices del monte l lamado T o -
ro hay un barranco que allí nombran V a c a , y en su f o n d o , sin apariencias de
abertura ni grietas en tiempos secos, se ve brotar por quince y mas partes un
abundante río , despues de verificarse lluvias copiosas en el valle superior de Barig.
Este r i o , que corre pocos días y no todos los años , tiene actualmente curso libre
atravesando las inmediaciones de Simá t , siguiendo después por el foiído del hermoso
valle hasta llegar al mar. Sí por algún trastorno , de los que pueden suceder
en nuestro g l o b o , se pusiese en Simát ó en medio del valle un obstáculo insuperable
, que ocupase la distancia que hay entre los montes que lo forman ; y sí despues
se llenase aquella hondonada con tierra y otros cuerpos hasta cubrir el Mo -
nasterio , tendríamos otro exemplar de lo que hoy se experimenta en Muséros,
San On o f r e , la Madalena y sus cercanías, quantas veces fuesen copiosas las l luvias
en Barig. Irían estas aguas á buscar su antigua salida por el barranco j se acopiarían
allí por hallarla obstruida , humedecerían sucesivamente las capas de tierra
hasta brotar por la superficie ; anegarían aquel recinto, reducido en tal suposicíon
á pantanos, y saldrían últimamente vencidos los obstáculos. Se verificaría esto porque
tienen su verdadero origen á mas de mil píes de al tura, donde se ve Barig , y
porque la cantidad sería suficiente para llenar el recinto que supongo lleno de ti&rra
y otros cuerpos. Pe ro si su altura fuese me n o r , ó menor la cantidad de las
aguas, resultaría un pantano considerable, sin otro recurso para purificar el suelo
que taladrar los obstáculos , y dar curso á las aguas.
46. Vi s ta pues la semejanza de terrenos y fenómenos existentes entre Muséros
y P u z ó l , é imaginados en las cercanías de Simá t , no veo otro remedio para
purificar aquel suelo, y disminuir quando no remediar enteramente los perniciosos
efec tos , que abrir profundas zanjas de doce ó mas pies , rompiendo los bancos