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aristas se retuercen en forma de cordel. No t é en varías partes del v a l l e , como
también en las raices de los montes de Alme n a r a , Mur v i edr o , valle de Jesus y
Moneada , una brecha caliza de algunos pies de grueso, compuesta de fragmentos
de diferentes colores , que admiten un hermoso pulimento , engastados en una
masa arcillosa muy dura que no lo recibe. Di cha brecha cubre las canteras calizas,
que entran perpendicularmente en la tierra á quarenta y mas pies de profundidad.
Igual fenòmeno observó Mr . de Saussure en el monte llamado Pequeño Saleve, y
el Señor Ab a t e Fort is en casi todas las montañas de la Dalmacia. Nuestra brecha
es mas reciente que las moles calizas que ella cubre ; pero para explicar su for -
mación no me parece necesario recurrir á las convulsiones violentas que el Señor
de Saussure supone para la formacion de las alpinas, y que pretende se verificaron
quando el mar cubria la superficie que habitamos. Pudo ser nuestra brecha efecto
natural de los escombros que con las aguas se desgajaron y baxáron de los mo n -
tes , y que con el tiempo se endurecieron hasta formar un todo heterogéneo, pero
bien unido.
30. Al poniente de los cerros del valle de Sego se halla otro de mayor e x -
tension , pero sin agua. A l l í se ven bosques de algarrobos provistos de ma cho , y
bastante l impios , muchas viñas, y aprovechado el suelo quando no presenta obs -
táculos casi insuperables. A media hora de Murviedro hacia el norte está la mina
de yeso llamada Sabato ; hállase al norte de un cerro , cuyas cuestas son bastante
suaves, y de marga arcillosa colorada. La parte meridional del cerro es caliza,
compuesta de mármol negruz co, y en la septentrional se ven como doce pies de
tierra rox i z a , que cubre las moles solidas de yeso que se arrancan con barrenos.
Acompañan al yeso varias masas de diversa naturaleza, unas de arcilla endurecida
de color de hígado, y suaves al tacto, otras mas suaves de color aplomado, y otras
en fin calizas. Fuera del yeso obscuro y compacto que se beneficia , se hallan porciones
de la misma substancia cristalizadas ya en prismas triangulares transparentes,
y a en hojas diáfanas, ya últimamente en agujas, que forman el yeso estriado blanco.
Revolviendo despues hácia mediodía se pisa muchas veces la brecha caliza de que
hemos hablado , y en hora y media se llega al ancho cauce del Palanc ía, que lame
las raices septentrionales del monte de Murviedro. Regularmente se ve el cauce
sin agua, por consumiila el riego de veinte lugares que hay en sus riberas hasta
el nacimiento del rio ; pero sus furiosas avenidas han destruido muchas casas y heredades
preciosas, y lo mismo hubieran hecho con la v i l la , si la punta septentrional
del monte no le sirviese de muro impenetrable.
3 1 . El monte de Murviedro es de poca altura, y escarpado al sueste , termi -
nándose por las demás partes en cuestas , que comunican por el rumbo occidental
con los montes de la Ca lde r ona , y por el septentrional con los que corren hácia
Almenára ; de modo que se puede mirar como el último eslabón de las largas c a -
denas que pronto explicaremos. T o d o es calizo , dispuesto en bancos casi horizontales
, entre los quales se ven sutiles capas de marga. Son estos bancos por lo co