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E l reyno de Valencia está situado entre los grados 37 y 5 2 minutos, y 4 ° T
5 1 minutos de latitud septentrional, y entre los i J y 17 con 10 minutos de
longitud del meridiano de Tener i fe. A l este le baña el mar Mediterráneo desde el
rio Ce n i a , mas allá de Vi n a r ó z , hasta la torre de la Hor adada, ó confines del
reyno de Murcia. Cíñele este reyno por mediodía y poniente hasta la altura de
39 grados y 25 minutos. De este punto empieza á limitarle Castilla la nueva , siguiendo
adelante con varios senos , de los quales los mayores se hallan en las inmediaciones
de Requena y de Santa Cruz de Moya. A los 40 grados y 7 mi -
nutos se ve el mojon divisorio de los reynos de Valencia , Castilla y Ar a g ó n , y
allí queda como aislado el Rinc ón de Ad emú z , cercado del reyno de Aragón
por norte , or iente, y en parte por mediodía, continuando despues el mismo reyno
con varios ángulos y dientes hasta la punta mas septentrional del de Valencia,
que es el Tosál del R e y en la Tenenc ia de Benifazá. Al l í se tocan Aragón , Ca -
taluña y Va l enc i a , y desde aquel punto hasta la embocadura del Cenia lindan
Valencia y Cataluña.
L a superficie entera del reyno de Valencia consta de 838 leguas quadradas
de 20 al grado : las 240 con colta diferencia son llanuras ó val les, las restantes
son mo n t L De estos apenas se cultiva la mitad á causa de la aspereza , aridez y
falta de tierra i pero lo mas de lo inculto se aprovecha para pastos. De las nieves
y lluvias que reciben se forman muchos r ios , y se aumenta el caudal de otros que
fertilizan las llanuras. Lo s rios principales del reyno son el Xu c a r , Tu r i a , Millares
y Segura i y de segundo orden el Palancia , Al b a yda , Al coy y Cenia. Añádese un
número considerable de riachuelos , que con las innttmerables y copiosas fuentes
aumentan el riego y las producciones.
Por todos los confines del reyno se hallan montañas que dificultan el paso,
sin mas excepción notable que las llanuras por donde se pasa á las ciudades de
Murcia y de Vi l lena. Por estos mismos sitios, igualmente que por todas las otras
partes , á medida que se interna en el reyno se encuentran escarpados cerros y
montes de mucha altura, que dexan entre sí profundos barrancos, y forman ya
..rupos ó laberintos intrincados, ya cordilleras de muchas leguas sin interrupción
aparente. Quando se examinan los barrancos que yacen entre las montañas elevadas
, todo parece confusion y desorden : el horizonte es generalmente limitado,
sin descubrirse salida por parte alguna : aquí se ven cortes casi perpendiculares de
hasta mil palmos : allí cuestas rápidas sembradas de enormes cantos , que parece
van á desprenderse. Cesa este desorden y la inquietud que inspiran los riesgos
quando se llega á las alturas. Desde ellas registra el observador con sorpresa los
profundos surcos que quedan entre las cordilleras de los montes ; ve que unas corren
casi paralelas entre s í , y otras en direcciones contrapuestas. Peñagolosa , E s -
padán y Ayt ana ofrecen este espectáculo, y son sitios oportunos para estudiar la
naturaleza del reyno. L a multitud y variedad de plantas que se pisan por mas de
tres horas , indispensables para Uegar á la cumbre de estos montes i las diferentes
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tierras y peñas ; las conchas ó petrificadas ó sueltas que se hallan á cada paso ; los
cortes pelados y desmoronados hácia el sur ó sueste ; la vasta extensión de montes
, cerros, barrancos y lugares que se descubren, todo este cúmulo de objetos
arrebata y deleyta el ánimo de un atento naturalista. Nácenle allí grandiosas
ideas acerca de la formacion de aquellas enormes masas ; del trastorno que exper
imentáron, ó para perder en poco tiempo la mitad de su mo l e , ó para sufrir
iguales pérdidas en muchos siglos i de la fuerza de las aguas que lamiendo y e x -
cavando peñas durísimas, con el transcurso del tiempo se abren paso , y vencen
obstáculos al parecer insuperables.
Si al baxar de los montes se escogen otros puntos para descubrir las llanuras
cultivadas, se ven serpear mansamente los rios , oprimidos ántes en gargantas estrechas
} y se observan mil canales de riego en varias direcciones , la infatigable
industria de los Valencianos , la multimd de árboles y producciones, objetos todos
que obligan á suspender el examen de los efectos de la naturaleza, para admirar los
del arte. Recor r iendo los ribazos de los rios se presentan nuevos objetos dignos
de observación. Al l í se ven con claridad y se pueden contar las varias capas y
diferentes substancias de que se compone el actual terreno. Casi siempre alternan
porciones horizontales de marga con otras de cantos rodados , los mas de la misma
naturaleza que los montes vecinos de donde baxáron con las aguas , y oíros
que la tienen diferente parecen fragmentos de masas que ya no existen.
Lo s montes y los cer ros, que cubren la mayor parte del reyno , deben al pa -
recer su origen á los cuerpos orgánicos que vivieron en el mar. Porque no solamente
se componen de peñas calizas casi todos ellos , sino que también se notan
bancos de hasta 30 palmos de grueso , formados de conchas amontonadas y dispuestas
por familias , muchas veces con su barniz natural, y casi siempre con su
forma primitiva. E s cierto que la petrificación no está siempre completa en dichos
bancos , pero su posicion casi horizontal y su paralelismo dan indicios ciertos del
origen que debieron tener en el fondo de las aguas. As í vemos que en el monte
Me ca , que parte términos entre Almansa y Ay o r a , alternan gruesos bancos de
peña caliza con otros mas gruesos de aquellas ostras que los naturalistas llaman
Peynes. L a muela de Aras de Alpuente , cuya corona es de bancos calizos, ántes
de llegar á aquella altura se compone de ostras rellenadas de mármol. E n lo mas
alto de Peñagolosa y en los montes de Cervera se hallan buccinos petrificados,
que conservan las espirales y la forma exterior. Se ven con freqüencia conchas en
los montes de Xi x o n a , Cullerà , Castalia , y otros del reyno. Hasta estampas de
pescados conocidos se conservan en los de Pego. E l propio elemento de estos animales
ha sido siempre el mar ; en él na c en, viven , se multiplican y perecen. Las
corrientes van amontonando los cadáveres y despojos, y así preparan materiales
para formar montes , cuyos bancos quedan por lo común horizontales, y siempre
paralelos aun en las curvas. Parece pues cierto que los montes del reyno de Valencia
se formáron en el fondo del ma r , cuyas aguas cubrieron la superficie que habitamos.