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mejorar la condìcion de sus coetáneos anulando pactos y leyes que no sirven , ya
porque la tierra tiene mas proporcion para otros frutos, ya porque mudaron los
precios por capricho o nuevo gusto. Para que prospere la agricultura debe el labrador
tener libertad en la elección de los vegetales que quiera cul t ivar , y en la
venta de frutos. E l terreno que ocupan los ol ivos , reputados inútiles por los labradores
de la Vi lavel la , daria mucho vino sí se plantase de viüías. La s higueras son
muy útEes en estas tierras} el fruto fresco es sabrosísimo, y el seco suele ser de 800
arrobas en este pueblo.
19. No han contribuido poco á la felicidad de la Vi l a v e l l a, y por consiguiente
al aumento de su vecindario, las sumas que dexan allí los que acuden á disfrutar
las aguas termales, bien conocidas y celebradas. Na c e n estas en la fuente llamada
Calda , para distinguirla de otra cuyas aguas son frías. Se hallan en la parte
mas baxa de la v i l l a , y salen por tres caños sin diminución aun en años secos 5 sirven
de pasto al pueblo, y las sobrantes entran en un infeliz aposento, donde se
bañan sucesivamente los que esperan remediar sus dolores y enfermedades. Son
cristalinas, é iguales casi en peso al agua destilada , sin contener metal a l guno , ni
otros ácidos que el carbónico y poco azufre. E n invierno salen mu y calientes, pero
en verano su calor es igual al de la atmósfera , como lo hallé en Ag o s t o á las
9 de la mañana, que fué de 24 grados. Puestas en un vaso no despiden olor ; bien
que en las inmediaciones del baño se percibe el de azufre. Ma y o r es el calor de las
del pozo llamado de Mont ón en la misma villa , siendo de 34 grados quando l lega
el pozal ar r iba, el qual será sin duda mayor en el fondo. Quando ambas per -
dieron el calor nativo , se observa diferencia en el pe s o , siendo un grado mayor
las del pozo , en las quales se descubre porcion de selenita , y por eso ni son buenas
para cocer las legumbres , ni para desleír el xabon. Au n q u e las aguas de la
fuente no son de aquellas minerales, cuyas eficaces virtudes se hallan reconocidas,
y su calor es tan moderado ; con todo es grande el concurso de gentes que acuden
á beberías y bañarse. Se creen diuréticas, sudoríficas, aperi t ivas, anticólicas y antihipocondríacas
, corroboran el estómago , excitan el apet i to, y facilitan la digestión.
Bebí de ellas con exc e so, sin sentir peso ni verme incomodado, que es la
mejor prueba á su favor. N o obstante el concurso de gentes y la utilidad que allí
dexan, es increíble el descuido que reyna en la policía de la villa. Apena s se halla
cosa alguna de las necesarias, no digo para los enf e rmos , sino aun para los
sanos. Cada uno debe tomar sus medidas de antemano para tener las cosas indispensables
quando en la primavera y verano pase á dichos baños : los enfermos han
de esperar su v e z para entrar en el único baño destinado al públ i co, siendo los
otros dos de particulares. A s í es preciso que apenas salen del agua se vistan , salgan
de aquel quarto y se retiren á sus alojamientos, atravesando calles con incomodidad
, y tal v e z en perjuicio de la salud. Debieran multiplicarse los baños , y
disponerse algunas piezas para descansar despues de bañarse. Cr e o que contribuirían
gustosos los concurrentes, y sin duda tendría una finca útil el que adelantase los
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gastos. La s nuevas comodidades atraerían mayor número de gentes , las detendrían
mas tiempo , y quedarían en el pueblo sumas considerables. Pero ni los vecinos
aspirali á aumentar sus fortunas por este me d i o , ní el Señor ha querido anticipar
fondos en beneficio de la humanidad , y aumento de sus rentas.
20. Mascaréll tiene una preciosa huerta de 1 7 0 jornales, plantada de moreras,
y perfectamente aprovechada; no es grande el término, y los vecinos llegan á 1 2 5
ocupados en la agricultura ; hallándose bien recompensados sus trabajos con los
preciosos frutos que recogen ya en su corto término, ya también en el contiguo de
Burriana. Aunque la tierra es fértil, y laboriosos los de Mascarél l , no podrían subsistir
sin el recurso que hallan en los campos vecinos, que poseen en propiedad ó
por arriendo.
21. Moncofa es el último pueblo del Marquesado: hállase á un quarto del
mar en una llanura tan hor izontal , que apenas pueden correr las aguas. Por esto
se ve tan maltratado su término, y sus vecinos reducidos á un infeliz estado por
no tener jamas seguras las cosechas. E l rio Belcayde es el enemigo insuperable de
Moncofa , porque dexa arenas en los campos , y se lleva la tierra vegetal y las cosechas.
Principia este rio como quatro leguas al poniente en el monte llamado Ma -
ríanét, siendo allí un barranco de poca profundidad ; va baxando despues por A l -
fandeguílla, pueblo de 40 vec inos , y corto número de f rutos , y se aumenta á medida
que recibe mayor número de vertientes ; pasa entre los montes Sumét y P i -
pa para entrar en el valle de U x ó , que atraviesa enteramente de poniente á oriente
, y sale á la Plana entre Nul e s y Chílclies. Hasta las ímnediaciones del camino
real se ve sujeto y estrechado en las gargantas de los mont e s , pero libre despues
de ellas se derrama sin freno hacia Mo n c o f a , excavando barrancos que cubre y
renueva en sus diferentes avenidas, destruyendo de este modo las posesiones de esta
poblac ion, hasta que llegando á los sitios aguanosos de Almenara se extiende,
y los anega por mucho t i empo, renovándose la escena de destrucción cinco ó seis
veces cada año. Mas daño causa el río á los de Moncofa quando se halla tranquilo
en los citados marjales de Almenara , que quando corre con furia por los campos.
Tranquilo y sin movimiento exhala vapores mefíticos que los vientos de sueste
traen á la poblacion, y con ellos enfermedades peores que la diminución de frutos
que causan sus correrías. A pesar del poderoso enemigo que siempre temen , cultivan
los 200 vecinos de Moncofa la mayor parte del término, sembrado de cebadas
, trigos y judías sin riego alguno ; también tienen moreras, olivos y algarrobos.
La suma de sus frutos es 4S) caliices de granos , de judías, 3 5 0 arrobas
de a c e y t e , y 1 500 de algarrobas. N o se ha notado aumento alguno de vec i -
nos en todo el siglo ; se ven sí muchas casas arruinadas, y otras á punto de caer,
sin tener aquellos pobres con que repararlas. Ot ro sería el aspecto de edificios y
vivientes si se pudiese practicar un cauc e, y contener en él las furiosas avenidas
del Belcayde ; pero esta obra útil pide fondos superiores á los de un particular,
aunque sea rico , y jamas se debe esperar de los vecinos vista su pobreza. E n las
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