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nacen desde Al d a y a hasta P i ü gmo l a , las quales sirven para regar aquellos campos
destemplados. En estos sitios húmedos y sombríos está siempre viva la naturaleza,
cubierto el suelo de vege tal e s , y casi siempre de flores : allí se disputan las plantas
el terreno. L a doradi l la, el pol ipodio c omú n , el culantrillo , el pteris y la jungermania
allanada ocupan las hendeduras de las peñas : la arenaria de dos flores,
la férula t ingi tana, el talictro tuberoso, el rinanto trixágo , la anemone palmeada
con algunos ranúnculos crecen en la tierra que va quedando entre las peñas. Por
un lado se levantan retamas y coronillas , especialmente la juncal ; por otro brezos
, raninos , zarzaparrilla y rosas : aquí extiende el clématis sus largos sarmientos
cubiertos de flores blancas j allí sacan sus hermosas copas el lino sufruticoso y la
genciana. L a s xaras crespa, blanquecina, tuberaria y con hojas de romero j la pebrella.,
el romero , el lentisco y palmi to , el esparto y espliego recor tado, las gramas
y escabiosas son mas comunes en los cerros y montes secos. V i v e n allí amistosamente
varios astrágalos, buplevros , da fne s , centauras y ant í l ides, cuyos nombres
omi to por no molestar á los que no saben la botánica. Solo advertiré que allí
descubrí quatro plantas nuevas , es á saber , la escabiosa de pei ías, la estatice parecida
al a j o , la flomis crinita, y la antíUde con hojas de pipirigallo ; y corregí á
vista de las plantas varios errores de los botánicos , señaladamente logré reducir á
su verdadero género de hemiaria la planta que Linne o y otros dieron por í lécebro
sufruticoso , conocida en Va l ldi gna con el nombre de herbíta ds la sang ; la
qual usan para templar el ardor de la sangr e, bebiendo en ayunas por algunos dias
una taza de agua cocida con dicha planta.
167. Conclui ré la descripción de estos montes con las vistas del Mondube r
y Ombr ía de Puigmola , que observé i últimos de Ma y o . No hay en la cumbr e
del Mondube r picos, precipicios, ni planta alguna alpina j cuestas suaves facilitan el
paso hacia todas partes por muchos centenares de varas, seguidas despues de cortes
perpendiculares y derrumbaderos ; las plantas donde quiera son las mismas espe-^
cies que en los sitios templadós. T o d o el monte es calizo de piedra firme, incapaz
de pul imento, á excepción de algunos cantos, y porciones de bancos de alabastro
cristalizado en zonas. Mi rando desde la cumbre hacia el oriente se ven en lo pr o -
fundo entre humildes cerros los lugares de Xe r é s a y X a r á c o , sus marjales , y los
anchos azarbes de desagüe : negrean mas allá los pinos espesos y maleza de la dehesa
de Gandía > brillando sobre aquellas sombras el Mediterráneo , extendido por
norte , este y sur quanto alcanza la vista. E n él se internan los cabos de Cul ler à
y San A n t o n i o , sobre los quales apoya el arco de arenas bañadas por las olas. Mi -
rando al norte se descubre parte de la Ribe r a hácia Valenc ia : al sur la huerta de
Gandía y el monte de Segar r ia, que la separa de la herradura de Pego. Si se
tiende despues la vista por poniente se presentan montes agrupados sin término.
E l mas próximo es el de Puigmola : para subir á su cumbre desde el valle de Ba -
rig se emplea mas de una hora pisando plantas conoc idas , y entre otras la escorzonera
de España : no hay árbol alguno en aquellas alturas por mas de dos horas