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ili siglos han hecho de sus aguas , inundando ks tierras hasta convertirlas en lagunas.
Para multiplicar los campos de arroz interrumpieron el curso é inclinación natural
del X u c a r , formando presas para que las aguas subiesen á mayor al tura, y facilitándoles
la entrada en muchos c ampo s , que quedaban sobrado altos para recibirlas
5 con excavaciones de d o s , tres y mas pies de profundidad. Por estos medios
alteraron la antigua condicion de los terrenos, prefiriendo el cultivo del arroz á la
salud, y una cosecha casi segura á las verdaderas riquezas. El camino real y otros
transversales se ven á cada paso mas profundos que los campos de arroz. Lo s ribazos
presentan un grueso de tierra capaz de sostener robustos árboles, y una prueba
evidente de que las áreas cerradas de ellos producirían quanto se les pidiese.
Soplan regularmente en verano los vientos del mar hacia la tierra, y como á pocas
leguas tropiezan con los montes , se acumulan en las partes inferiores de la atmosfera
los vapores cálidos y las emanaciones pútridas, que exhalan sin cesar las aguas
embalsadas, los insectos y plantas que muereií sucesi\^amente.
103. Es cierto que se altero en la Ribe r a la naturaleza primitiva del suelo;
borráronse casi todos los caracteres ; pero quedan bastantes para que el observador
imparcial la pueda distribuir en dos porciones muy diversas, que son terrenos naturalmente
pantanosos, y terrenos pantanosos por el arte. L o s primeros se hallan
en las inmediaciones de la Al b u f e r a , y en los marjales de Catarroja, A l b á l , Silla,
Almusafes, Sol lana, Sue c a , Cullerà y Taberna : de la misma naturaleza son los
campos que hay entre los montes de Corvera y Cul l e r à , y la mayor parte de los
términos de R i ó l a , Pol i i íá, Fortaléií y Corvera. En lo restante de la Ri b e r a , que
es la parte alta , los pantanos y lagunas son artificiales, los campos quedan secos
quando sus duerios lo desean -, y cesarían las nieblas, humedades y sitios aguanosos,
si se desterrase de ellos el ar roz , y se reparasen los canales de riego. En los sitios
naturalmente pantanosos que forman una extensión considerable, inútil para todo
fruto, cenagosa y poblada de vegetales y de insectos, se deben permitir por ahora
los arrozales ; porque quando no basta el arte para secar las lagunas, es laudable
la industria, y qualquier obra que contribuya á disminuir la masa de infección.
Poner en movimiento las aguas embalsadas por naturaleza, arrancar las plantas espontáneas
que muertas y podridas despiden un hedor insopor table, é impedir la
multiplicación de los insectos, son medios poderosos para lograr aquel beneficio que
puede resultar del cultivo del arroz. Es ta planta exige aguas en mov imi ento, y un
suelo libre de otros vegetales. Sin el valor de los intrépidos operarlos, que pisando
cieno y trabajando siempre dentro de las aguas, sacan preciosos frutos de aquel suelo,
que parecía destinado á una esterilidad perpetua, sería sin duda mas infecta la atmósfera.
Tales hombres son acreedores al general reconocimiento: parece que el Es tado
debe darles gracias, y fomentar su aplicación con premios y con absoluta libertad.
Pero al contrario, los que convierten en lagunas el sitio firme y fértil ; los que introducen
enfermedades desconocidas y mortales j los que preocupan la integridad de
los Mini s t ros , ocultándoles las verdaderas causas del mal j los que exponen necesidades
que no existen , y ganancias aparentes, disminuyendo siempre el daiío que
nuestra especie padece , merecen la indignación pública como enemigos do la sociedad
y de la salud. De este número son los que promueven el cultivo del arroz,
y lo introducen en aquellos campos que fueron secano d huertas en otro tiempo.
L a Gobernación de San Fel ipe y demás pueblos desde Ame l l a hasta Alci ra de -
bieran purgarse de una planta tan perniciosa : y aun quando en este recinto se hallasen
algunos sitios, como las raices del monte Pulg en las Inmediaciones de San
F e l i p e , los marjales de Montor tál , y ot ros, en los quales lo baxo del terreno convida
á cultivar una planta, cuya cosecha es casi segura, y los trabajos de pocos
días, aunque pesados y costosos; con todo eso hallándose cerca de pueblos que
respirarían aquel ayre Infecto , ni conviene ni es justa la permisión. Sean en buen
hora de menor valor otras cosechas, queden también algunos campos sin cultivo:
mas Importa la salud y la vida de los hombres , que la utilidad que puede resultar
del arroz. E l único termómetro para graduar las licencias ó las proscripciones ha
de ser siempre el bien ó el mal de la especie humana.
104. Es dificii seiíalar la época en que empezó á cultivarse el arroz en el
reyno de Valencia : comunmente se cree que lo introduxéron los Arabes con su
dominación, extendiendo el ai l t ivo á medida que se proporcionaban abundantes
aguas. Mu d ó de dueño el reyno por la conquista, y los vencidos continuáron su
cultivo : notábanse funestas conseqUencIas en la salud , y lo prohibieron los Magi s -
trados de la capital. El R e y D. Pedro en las cortes de 1 3 4 2 confirmó las prohibiciones
que en varios tiempos habían hecho los Jurados de Va l enc i a , y úl t imamente
en 1403 el R e y D. Martin lo prohibió en todo el reyno. Desde entónces
hasta nuestros días han alternado las licencias y las prohibiciones, sin faltar jamas
poderosos abogados de este cultivo. De quando en quando se presentaban otros
para defender los derechos de la especie humana , para conservar la salud de sus
individuos ; hacíanse buenos reglamentos , se ponían cotos en los c ampos , en fin
se publicaban sabias l e y e s , pero el poder y la intriga halláron siempre medios de
eludirlas ; y sin embargo de mu y tristes y repetidas experiencias, se cultivó el arroz
en este siglo desde Castellò de la Plana hasta el valle de A l b a y d a , y actualmente
se cultiva en las Riberas del X u c a r , no solamente en los sitios por naturaleza pantanosos
, sino también en los que son tales por el arte. Esta diferencia obliga á los
propietarios á variar las operaciones según el tiempo en que los campos pueden
recibirlas. N o en todos puede entrar el arado y el trabajador en Ene ro para empezar
á dar las quatro rexas que les corresponden. Muchos en las inmediaciones
de la Albuf e ra están aiín cubiertos de agua por A b r i l , quando en la Ribera alta
sostienen trigos á punto de espigar. Por esto cada propietario prepara sus campos
según el estado en que se hallan ; y aunque en diferentes tiempos y variando las
labores, todos las dirigen y combinan al fin de lograr abundantes cosechas de una
planta , que allí se siembra y se cria siempre en agua , hasta que su fruto adquiere
el último grado de perfección.