SOS, en el recinto del lago de Valencia , llamado la Albufera. Pásmase el observador
al contemplar tantos millares de individuos lucliando con las calenturas y la
muerte por vivir en sitios aguanosos, cuya atmósfera se vicia con las pútridas exhalaciones
de aguas enciiarcadas, y despojos de sabandijas y vegetales. Al l í cultivan
el arroz , dan curso á las aguas , arrancan multitud de plantas que muertas aumentarían
la corrupción, revuelven el suelo siempre cenagoso y cubierto de agua,
y á fuerza de trabajos logran abundantes cosechas. Na d a desprecia el Valenciano.
Si halla obstáculos los vence con tesón : si el suelo es ingrato lo mejora, si es f e -
raz le hace dar hasta tres y quatro coseciras al aiío. De este modo dominando el
suelo que le cupo , varia las producciones, enriquece el Estado , y vive alegre en
la abundancia que criáron sus manos , su industria , su constancia , su talento. Para
apreciar el mérito de los Valencianos es menester ver de cerca y examinar con
cuidado sus trabajos en el siglo actual, y recorrer los pueblos , los montes y los
campos con un índice de lo que eran 8o años hace. Mucho contribuye la feliz situación
del pa i s , capaz de producir todos los frutos de Europa , y parte de los de
América i pero sobre todo la industria y el ímprobo trabajo son la verdadera causa
de la admirable mudanza que hoy vemos. Las casas de todo el reyno no l legaban
á loo© en el año 1600 ^. En 1609 fueron expelidos como 200© Mor is -
cos , esto e s , casi la mitad del vecindario : este se apocó sucesivamente con las
guerras de aquel siglo , y mucho mas á principios del presente con las de sucesión.
V i n o la paz , y empezó á multiplicarse nuestra especie i mas fueron tan graves los
daños padecidos, que en 1 7 1 8 solamente se hallaron 255080 personas. Desde
entonces se fomentó con nuevo espíritu la agricultura, se multiplicaron los frutos,
y á proporcion fué creciendo el número de vivientes , tanto que en 1 7 6 1 se contáron
6 0 4 6 1 3 ; en 68 , 7 1 6 8 8 6 i en 87 , según el Censo general de España,
783084 ; posteriormente ha continuado el aumento en mayor razón , como veremos
en el discurso de la obra. En quanto á frutos no he podido hallar otro extremo
de comparación sino el inexacto que dió Escolano sobre el producto de la
seda, arroz y azúcar , que dixo ascendía en su tiempo á mas de 3 millones (que
supongo de pesos) . Ho y día no se hace azúcar en el reyno , y las cosechas de arroz
y seda rinden mas de nueve millones de la misma moneda. Pero aun quando
nada hubiese escrito sobre el valor de los frutos en 1600 , siendo cierto como lo
es que la actual poblacion es mas de doble que la de aquel t iempo, y que nuestra
especie aumenta siempre ó disminuye en razón de los frutos, resulta que los actuales
deben ser doblados en cantidad respecto á los que se cogían entonces.
A pesar de la abundancia, variedad y riqueza de las cosechas del reyno , la
mayor parte de sus vecinos viven en necesidad ó pobreza. Este hecho constante
parecerá increíble á quien no considere que son innumerables los que disfrutan el
reyno. Adema s del prodigioso número de sus habitantes, hay otro muy grande
I D. Gaspar Es colano en el libro i de la Histor ia de Va l e n c i a , cap. 34, columna 404.
de Señores que extraen quantiosas sumas correspondientes á sus rentas. Sería feliz
el reyno si en él viviesen los que lo disfrutan , ó si á lo ménos alguna buena parte
de sus rentas se emplease en fomentar las fábricas y la agricultura , y en socorrer
las necesidades de aquellos labradores. A pesar de haber vivido estos sin mas
recursos que sus brazos, y los artesanos sin mas socorros que su industria y aplicación
, se ha visto renacer en medio siglo la poblacion ant igua, y doblarse despues
en ménos de 40 años , prueba cierta de ser fértil el suelo , y de habitarle una gente
activa é industriosa.
E n todo el reyno se respira siempre un ayre puro , á excepción de los cortos
marjales de Oropesa, y arrozales de las Riberas del Xucar . Las posiciones del terreno
varían á cada paso : unas parecen estufas naturales , en que se cogen delicadas
frutas con anticipación , y otras preciosos jardines, donde el gus to, la vista y el
olfato experimentan sensaciones agradables. Leguas enteras están embalsamadas con
la fragrancia de muchas plantas aromáticas, y todo el reyno sumamente vistoso por
la multitud y variedad de plantas y de flores. Todos los días entre 9 y 10 de la
mañana se levantan los vientos del mar , que templan el calor hasta las 4 de la
tarde en aquellos sitios en que apénas se conocen los rigores del invierno , y los
yelos son un fenómeno extraordinario. Ha y no obstante sitios elevados y muy
fríos , pero nada contrarios á la salud , puesto que allí se vive mas tiempo , y regularmente
sin las incomodidades que acompañan á la edad avanzada.
Este es el bosquejo del país delicioso que he procurado examinar , recorriendo
por espacio de tres años los montes , barrancos , marina y campos cultivados , para
dar á conocer algo de lo mucho que contiene acerca de la historia natural y agricultura.
Hablaré de lo que he visto i pero quedará aun mucho que añadirán otros
mas instruidos, contentándome con haber tirado las primeras líneas del quadro.
Dividiré la obra en dos tratados. El primero contendrá la descripción, poblacion
, agricultura y frutos del reyno i y el segundo la parte puramente botánica.
Empezará la descripción por las partes septentrionales, y seguirá hasta salir por
las meridionales. Dividiré el reyno en quatro partes, que son No r t e , Centro , P o -
niente y Mediodía. La parte del Nor te abrazará todo el espacio que está á la izquierda
del rio Mi l lares, hasta los confines de Ar a g ón y Cataluña. La del Centro,
quanto hay entre Castellò de la Plana y San Fel ipe, cerrado al oriente por el mar,
y al poniente por los montes que corren desde Onda á Murvíedro , y desde aquí
en arco por Náque r a, Li r i a , Cheste, L omb á y y puerto de Career. La del Poniente
, desde Ay o r a hasta la Puebla de Ar enoso, baxando desde los confines de Mur -
cia y Castilla hasta reunirse con la porcion del Centro. Finalmente la del Mediodí a
desde el valle de Al b a y d a y huerta de Ga n d í a , hasta el reyno de Murcia. He
procurado adornar la obra con las vistas de algunos lugares curiosos por su posicion
pintoresca , y con las estampas que representan varias antigüedades. Nada he omi -
tido de quanto creo útil y agradable. Para las medidas me he valido de palmos
Valencianos, doce de los quales hacen trece de Castilla. Por jornal de tierra entien