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E n los que hoy dia existen se ven monumentos de otros que desaparecieron,
y pruebas ciertas de haber sido mas elevados que los presentes. En lo alto del
monte Pina se encuentran grandes moles de un hormigon, cuya naturaleza es muy
diversa de la del monte ; esta es arenisco-gredosa, y la del hormigon es un agregado
de fragmentos de quarzo como almendras , parecidos á las chinas rodadas de los
ríos. Estos fragmentos suponen la descomposición de montes mas elevados, cuyas
piedras atenuadas por efecto de repetidos choques, se reunieron por medio de cierto
glut en, y vinieron á formar grandes masas, que las aguas arrastraron en alguna
época , quando los picos existentes hoy dia serian otros tantos puntos de la superficie
que desapareció ó se alteró con el tiempo.
L o que nos queda de aquella enorme masa que salió del fondo de las aguas
se puede distribuir en dos clases, esto e s , en cerros redondeados, por lo común de
poca altura , y en altos montes, cuyas cumbres peladas están llenas de surcos y
recortes, é inmediatas á precipicios, muchas veces perpendiculares ; efectos sin duda
de alguna convulsión considerable, ó de violentos choques. Los cerros resultaron
de lentas descomposiciones y otras causas ordinarias : son freqüentes los redondeados
entre los montes Bernia y punta de Ayt ana , en la hoyada de Xi x o n a , y en
los términos de Beriisa , Chelva y Xérica : pudiéron formarse por las aguas que
sucesivamente han ido lamiendo y arrastrando las partes menos resistentes, abriendo
surcos, y llenándolos despues con las tierras de otros cerros inmediatos que se
descomponían i alterándose asi la forma , las alturas , el color y aun la calidad de
la superficie de todos ellos. Vense cubiertos de marga por lo común blanca, y algunas
veces de un roxo tostado, la qual penetra muchos pies hácia lo interior de
los cerros que no son de yeso ; alli se hallan pedruscos sin órden, como anegados
en mucha tierra. No pocas veces quedan porciones de bancos, análogos sin duda
á los que en otro tiempo formáron la masa destruida i y no es raro el encontrar
capas de cantos rodados , cuyos intersticios ocupa una especie de cieno que debió
correr con las aguas. Los cerros de yeso se ven muchas veces coronados de bancos
de má rmo l , y si en sus faldas ó raices hay algunas fuentes , son ordinariamente de
agua salada, de la qual resultan cristalizaciones de sal común en las inmediaciones
de los arroyos.
Para alterar la forma primitiva de estos cerros , y aun para reducirlos a llanuras
y á tierra fértil, bastaron las causas ordinarias, esto es, la alternativa de humedad,
calor, vientos, ye losy lluvias i pero para mudar el paralelismo de los mont e s , para
desmoronar en breve sus empinadas puntas , y hacer en ellas cortes perpendiculares
de muchísimas varas, fueron indispensables causas extraordinarias. Los bancos
de nuestros montes forman ángulos agudos con el horizonte , abiertos hácia el me -
diodía i las cuestas desde la raiz hasta la cumbre son suaves por el norte ; los despeñaderos
y cortes están casi siempre al mediodía o al sudueste. Na d a de esto se
puede atribuir á pura casualidad, sino á poderosas causas. Sin duda produxéron
este trastorno las aguas del mar en alguna violenta conmocion del globo. Si es dificil
señalar la causa que puso en movimiento las aguas , es cierto que la fuerza de
ellas es incalculable, y que se conservan los efectos de violentas conmociones y
de choques formidables.
N o deben atribuirse á una misma causa los cortes , precipicios y pérdidas de
Peñagolosa por e s emplo , y los profundos barrancos de la Ho z en las montañas
de En g u e r a , y los nombrados del Infern y Malafi junto al valle de Gallinera.
Aquellos debiéron hacerse en poco tiempo , aumentándose sobremanera la velocidad
y fuerza de la causa ; pero los barrancos, los ángulos entrantes y salientes que
en ellos se observan , y aun los desmoronamientos de sus altos muros , son efectos
de una causa que empezó su obra muchos siglos ha c e , y aun la continúa en el
dia. Quando el mar cubria nuestro r e y n o , sus aguas solas corriendo en varias direcciones
í y despues quando el mar mudó de sitio , las repetidas y furiosas avenidas
por los mismos cauces, parecen ser la verdadera causa de estos fenómenos.
As! lo comprueba en otras partes la experiencia : en el Rincón de Ade r aúz , siguiendo
el rio Ebrón hasta su confluencia con el Tu r i a , se ven ángulos entrantes
y salientes , freqüentes desmoronamientos, y un cauce cada dia mas profundo por
donde se precipitan las aguas, siendo estas alli la única causa que transformó y
aun altera la superficie de aquel recinto. Estas son el principal agente que convierte
los barrancos en llanuras, y que de nuevo abre en ellas profundos surcos, d e -
xando en los ribazos señales del antiguo trabajo , y del órden en que se fuéron depositando
los materiales.
Aunque comunmente es caliza la substancia de nuestros mont e s , se ven no
obstante muchos de piedras arenisco-gredosas, mayormente hácia el norte del reyno
, ya mezclados con otros marmóreos, ya encerrados entre cordilleras calizas.
E n los calizos se ven con freqiiencia vetas espáticas, y ocres endurecidos de va -
rios colores. Entre los areniscos y de amoladeras se observan algunos sumamente
duros, y otros al contrario blandos, que se descomponen y reducen á tierras arcillosas
, granugientas y ásperas al principio, las quales con el tiempo van adquiriendo
suavidad. Los ángulos que forman con el horizonte las hojas ó delgadas
capas de estas amoladeras, son siempre mayores que los que se observan en los
bancos calizos, y en sus grietas se halla espato pesado y quarzo. En los montes
de Ayoda r y Pavias, y mucho mas en Eslida , que está en el centro de la cordillera
de Es p a d a n , se halla cinabrio , cobre , hierro y cobalto , y en los inmediatos
á Segorbe hay minas de plomo. En los areniscos de Naquera , sumamente duros,
se ven vetas de mas de quatro palmos de verdadero alabastro , cuyas faxas varían
infinito en color , posicion y dibuxos. En los inmediatos á Planes , á Moixént y
Ayodar se halla gran número de cristales, conocidos con el nombre de jacintos
de Compostela.
Aunque en lo exterior de nuestros montes reyna cierta semejanza en la substancia
, posicion y producciones , y aunque en todos caigan nieves y copiosas lluvias
; con todo las fuentes en los del mediodía y poniente son freqüentes , y mu y