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hacia el norte y camino de la Alcora á Vilafamés t forman aquí los arbustos nn
espeso Wq u e , y crece con abundancia la zarzaparrilla común, y la especie nueva
de laserpicio, descrita en mis obras botánicas. Al l í empieza el cultivo , y se aumenta
lucia el oriente : por todas partes se halla el suelo cubierto de olivos, higueras
, viñedos y sembrados ; los olivos parecen formar un bosque en las inmediaciones
de Vilafamés ; pocos habrá que no sean del tiempo de los Moriscos : los
enormes troncos y la altura extraordmaria de estos árboles anuncian su vejez y
la bondad del suelo ; pero no corresponde el fruto á su magnitud y lozanía, porque
los dueños los abandonan de todo punto. Con el pretexto de que las ranias dan el
fruto, las conservan todas, sin reparar el daño que resulta de esta máxima mal entendida.
Se contentan con darles una reja sin cortar lo muerto y sin aclarar los ramos
, para que el sol y el ayre no hallen embarazos. N o se debe atribuir esto á
pereza , sino á falta de brazos y de conocimientos en agricultura : á ninguno del
revno ceden los de Vilafamés en aplicación y amor al trabajo. No solamente los
hombres, sino también las mugeres pueden servir de modelo en la práctica de esta
virtud, tan necesaria como útil. Ademas de las labores domésticas se ocupan en
muchas del campo, que se suceden en todas estaciones. Apenas talleció el trigo y
con él empezaron á crecer las plantas que le pueden incomodar, salen á arrancarlas
, continuando por largo tiempo esta operacion que llaman virbar ; viene después
la siega , y acuden i las casas de campo asistiendo á la trilla para que nada
se desperdicie , y preparando lo necesario á los obreros. A estas ocupaciones se sigue
la recolección de las algarrobas, empezando al mismo tiempo la de los higos,
y el secarlos ; en esto emplean tres meses hasta el Octubre, entonces redoblan el
trabajo con las vendimias, y luego emprenden otro que es la recolección de la
aceytuna. N o bien se ha concluido esta quando los nuevos sembrados exigen el
cuidado y brazos de las mugeres , empezando otra vez la serie de sus ocupaciones
rurales. Los hombres tienen las suyas mas pesadas y continuas. No es menester en
esta tierra instar á nadie para que trabaje -, son infatigables todos los individuos del
pueblo ; pero es de desear que aprendan y practiquen las verdaderas máximas sobre
el cultivo de olivos y algarrobos ; que multipliquen almendros, y reduzcan sus
trabajos á la porcion del término que puedan cultivar. A la verdad el que cultivan
es superior i sus fuerzas, de donde resultan descuidos muy notables.
Vilafamés se halla sobre un pico sólido de piedra de amolar que la naturaleza
dexd inaccesible por la parre septentrional; pero la necesidad de baxar á cuklvar
las llanuras causó la de abrir paso en las peñas, y de establecer alguna comunicación,
qual vemos en la empinada y larga cuesta. Los Moros y los antiguos habitadores
del reyno ediftcáron los pueblos en alturas, prefiriendo siempre la seguridad y fácil
defensa á la conveniencia de vivir junto á las heredades que debían proporcionarles
el sustento. Así lo hicieron los fundadores de Vilafamés. Tenían al pie de
la cuesta y cerca de la llanura la única fuente que hoy sirve de pasto al pueblo:
parecía aquel sitio el mas oportuno j sin embargo se subiéron al monte para edifi-
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cario, lo cercaron de murallas, y lo defendiéron con un castillo. El corto número
de vecinos, y el crecido de enemigos que tenían ó temían, pudo cohonestar la primera
elección ; pero habiendo cesado estos enteramente desde la conquista , y
viéndose aquellos obligados en este siglo á construir nuevos edificios, entre otros
la magnífica Iglesia, faltando ademas sitio para aumentar el número de casas, fué
rara extravagancia continuar el pueblo en aquella situación. Las calles parecen escaleras
incómodas ; no hay mas agua que la citada fuente, separada de la villa
por la empinada cuesta ; ya ni los vecinos caben en las casas, ni el suelo permite
nuevos edificios. A pesar de tantos inconvenientes todo va en aumento en Vi lafamés
; el número de vecinos se ha doblado en lo que va del siglo ; son al presente
4 50, de los quales viven en los cortijos una tercera parte : de unos quarenta
años acá se ha introducido el cultivo de las higueras, y en el día dan tanto fruto,
que á mas del que se come fresco , se secan 148 arrobas, recurso poderoso para
aquellas gentes muy bien halladas con este alimento : se han multiplicado los viñedos
á tal punto que se cogen 30© cántaros de vino; los olivos aunque casi abandonados
y sin cultivo producen 308 arrobas de aceyte. Esta cosecha podría doblarse
sin aumentar el número de árboles con solo cortar la mucha leña que les sobra
; y si el número de vecinos se aumentase hasta 2@, que pueden mantenerse
muy bien en las siete horas de término que poseen, sería Incalculable el fiuto de
este precioso árbol, que allí se puede reputar nativo , atendida la muldtud de
azebuches que crecen en lo Inculto. De alií es que los plantíos se hacen escogiendo
en el monte los azebuches mas robustos ; los quales plantados é Inxertos en los
campos forman en pocos años árboles sin comparación mas hermosos que los que
provienen de estacas, según el método adoptado en Novelda y otros pueblos. Los
granos hacen una rica cosecha. En las partes areniscas se siembran altramuces, y
en otras melones y hortalizas sin riego : las sandías son de las mas sabrosas del
reyno. Tienen los vecinos bastante ganado, y una porcion considerable de colmenas
; aquel pasta en lo inculto, y á estas les proporcionan alimento trasportándolas
de noche á muchas leguas quando escasean las flores en sus montes. La miel
es inferior á la de los valles de Biár y Albayda, por abundar en estos términos el
romero , espliego , tomillo y otras plantas aromáticas, que con dificultad se hallan
en el de Vilafamés, donde es común el brezo, torbisco y varias xaras.
79. SI de Vilafamés se mira hacia norte , se descubre una hermosa vista y varios
puntos interesantes para la geografía. Desde la raíz del monte se extienden
dilatadas llanuras, y en ellas alternan con sembrados los bosques de olivos, encinas
, algarrobos y viñas : sígnense á las llanuras cerros que van levantándose
mas y mas hasta formar montes dispuestos en semicírculo , en los quales se notan
varios lugares. Casi al nordeste y á ocho horas de distancia se descubre Peñagolosa
, quedando en la misma visual y á dos horas las Uséras, villa del señorío
de AlcaUtén. Costúr se aparta de esta línea hacia poniente , y dista muy cerca de
tres horas j la Alcora, villa del mismo señorío, cae al poniente y á quatro horas de