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 pos  s ano ,  hasta  que  el  cultivo  del  arroz  le  hizo  mudar  de  aspecto  ,  y  casi  de  naturaleza. 
   L a  pasión  al  arroz  llega  aquí  al  exceso  :  quisiéranle  tener  dentro  de  sus  c a - 
 sas,  y  lo  harían  si  el  sol  y  el  agua  pudiesen  penetrar.  Por  todas  partes  se  v e n  
 aguas  embalsadas  y  de  nivel  con  la  superficie  de  otros  campos  de  t r igo,  de  moreras  
 y  aun  de  viñas.  Has ta  olivos  se  observan  en  algunos  campos  de  arroz  ,  no  obstante  
 que  para  destinarlos  á  esta  planta  debieran  ser  inútiles  para  otras  producciones,  
 según  la  Re a l  orden  de  1 7 5 3  ,  en  la  qual  se  lee  repetidas  veces  „ q u e  se  hagan  
 „arroces  en  los  sitios  mas  apartados  de  las  poblaciones ,  y  en  los  marjales  inútiles  
 „para  otros  frutos."  Bien  pagan  los  de  Castello  y  Señera  el  haber  satisfecho  su  pa - 
 sión.  E n  1 7 2 5 ,  quando  la  poblacion  del  reyno  de Valenc ia  apenas  llegaba  á  la  mi - 
 tad  de  la  que  hoy  v emo s ,  tenia  Castellò  1800  a lma s ,  y  actualmente  1 1 6 8  repartidas  
 en  500  familias.  Perdió  no  solamente  632  Individuos,  sino  también  los  que  
 componían  las  1 3 4  familias  forasteras  establecidas  allí  posteriormente.  Ad ema s  
 disminuyó  tanto  el  número  de  cada  una  de  las  existentes  que  no  llegan  á  tres,  
 quando  en  los  pueblos  sanos  pasan  muchas  veces  de  quatro.  Quando  eran  menos  
 los  arroces  y  estaban  lejos  de  la  poblac ion,  se  podía  dormir  en  la  calle  sin  riesgo  
 de  enfermar  ;  hoy  padecen  tercianas  sin  exponerse  á  este  r íesgo,  y  casi  todos  anuncian  
 en  su  rostro  el  veneno  interior.  V i v e n  poco  y  con  miseria,  porcjue  les  falta  la  
 salud  y  la  propiedad  de  lo  que  culrivan  ;  así  consumen  sus  fuerzas  y  su  vida  por  
 enriquecer  á  un  corto  número  de  propietarios  que  viven  fuera  de  la  villa.  Ha y  en  
 el  término  bosques  de  moreras  sobre  un  suelo  feraz  y  de  mucho  fondo  ,  que  pasa  
 de  I o d  hanegadas.  El  estramonio  crece  con  abundancia  en  aquellos  campos ,  principalmente  
 en  los  contiguos  al  término  de  Ai b e r í c }  también  se  ve  en  los  ribazos  
 la  atractil  al jongera,  y  en  las  cercanías  de  las  aguas  el  typha  ó  e n e a ,  el  car r izo,  la  
 caña  ,  el  azúcar  de  Ra b e na  ,  y  otra  especie  nueva  conocida  con  el  nombre  de  sisea. 
   El  secano  es  la  menor  porcion  de  aquel  recinto  :  daría  mas  frutos  si  el  arroz  y  
 la  poca  salud  de  los  vecinos  no  fuesen  poderosos  obstáculos  para  mejorar  el  cultivo. 
   L o s  de  Castel lò  cogen  15©  libras  de  seda  ,  15®  cahíces  de  arroz  ,  id  de  tri - 
 go  ,  500  de  maíz  ,  s o o  de  c ebada ,  arrobas  de  aceyte,  3^  de  algarrobas,  1 300  
 cántaros  de  vino  ,  mucha  al fal fa,  hortalizas  y  fruta.  L o s  frutos  de  Señera  corresponden  
 al  corto  número  de  46  vecinos  '  ,  y  al  término  que  poseen  de  un  quarto  
 de  hora  de  diáme t ro,  en  que  hay  c omo  100  hanegadas  de  secano  ,  y  lo  demás  
 huerta.  El  arroz  les  produce  1800  cahices,  y  el  maiz  180  :  apenas  se  coge  aceyte  
 ,  y  el  trigo  se  reduce  á  20  cahices.  La  seda  ,  que  con  el  arroz  forma  la  riqueza  
 del  pueblo  ,  suele  llegar  á  800  l ibras,  el  aceyte  á  80  arrobas,  y  á  igual  cantidad  
 las  algarrobas.  
 146.  Al  sueste  de  Castel lò  y  á  media  legua  se  hallan  la  Poblallarga  y  Ma - 
 nuel  ,  al  qual  se  siguen  los  pueblos  de  la  acequia  de  Éno v a  ,  cultivadores  de  arroz  
 sin  salud  ni  r iquezas,  pero  tan  preocupados  á  favor  de  esta  planta ,  que  la  miran  
 I  En  este  número  entran  también  !os  de  Beni -  destruido  poco  ántes  aquel  pueblo,  que  nunca  fué  
 meílx  ,  agregados  á  Señera  en  1 7 7 3 ,  por  haberse  considerable.  
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 como  único  recurso  contra  la  miseria.  Al l í ,  trastornado  el  órden  de  las  cosas,se  ven  
 campos  quatro  pies  mas  altos  que  el  camino  real  convertidos  en  lagunas  artificiales  
 , que  llegan  hasta  las  mismas  habitaciones  ;  la  tierra  de  suyo  firme,  transformada  
 en  pantanos  ;  perdida  y  despreciada  la  salud  de  todos  los  habitantes  para  engrosar  
 á  quatro  ricos  y  dezmerosj  desatendida  la  razón  y  la  exper iencia,  la  muerte  en  
 fin  y  las  enfermedades  que  acaban  con  los  naturales  y  advenedi zos ,  miradas  sin  
 horror  y  con  indiferencia.  E n  la  Pobla  se  observan  muchas  casas  arruinadas,  y  
 otras  á  punto  de  caer,  anunciando  poca  comodidad  y  menos  fuerza  en  los  vec i - 
 nos  ,  cuyo  principal  objeto  es  el  arroz,  que  les  produce  como  3S)  cahices.  L o s  nuev 
 e  pueblos  de  la  acequia  ofrecen  un  estado  que  debe  conmover  todo  corazon  humano  
 :  hállanse  en  la  hondonada  que  dexan  allí  los  montes  del  no r t e ,  oriente  y  
 mediodía,  cuyas  raíces  y  faldas ,  c omo  también  las  huertas  cont iguas,  están  libres  
 de  ar roz ,  pero  no  de  la  infección  que  causan  los  demás  campos  destinados  á  ésta  
 planta,  la  qual  da  en  todos  nueve  pueblos  13©  cahices  5 pero  causa  enfermedades  
 y  muertes.  L o s  tres  lugarcillos  mas  orientales  Ra f e l g u a r á f ,  Berfúll  y  Tosaléc  
 componen  poco  mas  de  60  vecinos  ,  que  cogen  s / o o  cahíces  de  arroz  ,  200  de  
 maiz,  l i o  de  t r i g o ,  algunas  hortal izas,  y  bastante  seda.  Sígnense  á  estos  Éno v a ,  
 Sans  y  A b á t ,  que  forman  una  parroquia  de  lOo  ve c inos ,  colocados  en  línea  recta  
 y  bastante  cerca  uno  de  otro  en  la  raíz  septentrional  del  cerro  caHzo,  que  los  separa  
 de  la  hondonada  del  Puig.  Lo s  frutos  son,  á  mas  de  la  seda  y  hortalizas,  3 600  
 cahices  de  ar roz ,  3 30  de  trigo  ,  y  1 7 0  de  maiz.  Cont inúan  en  fin  los  mas  occi - 
 dentales  ,  que  son  To r r e t a ,  Faldeta  y  Ma n u e l ,  todos  á  la  derecha  del  rio  A l b a y - 
 d a ,  con  160  ve c inos ,  formando  una  calle  sin  interrupción.  C o g e n  20  libras  de  
 seda  ,  6d  cahices  de  arroz,  3 60  de  t r i go,  y  1 2 0  de  maíz.  Sí  se  prohibiera  el  ar - 
 roz  en  dichos  pueblos ,  la  seda  ,  el  maiz  ,  el  trigo  y  otros  frutos  reemplazarían  
 con  usura  el  producto  actual  de  todas  las  cosechas,  multipli cariase  nuestra  especie  
 ,  y  habría  brazos  para  cultivar  el  secano  y  los  montes  incultos.  El  reyno  de  
 Valencia  apenas  coge  trigo  para  sustentar  seis  meses  su  numerosa  poblacion.  E s - 
 te  artículo  de  primera  necesidad  se  aumentaría  mucho  sí  reformados  los  abusos  
 se  destinasen  á  trigo  y  maiz  los  actuales  campos  de  ar roz,  y  si  las  aguas  consumidas  
 en  regarle  se  empleasen  en  las  dilatadas  llanuras  que  las  necesitan  pa - 
 ra  llenar  los  graneros.  N o  se  veria  entonces  el  trigo  al  crecido  precio  de  20  p e - 
 sos  por  c ahí z ,  como  se  ha  visto  en  estos  años  5  no  esperaría  el  reyno  sus  provi - 
 siones  por  el  ma r ,  expuestas  á  retardos  y  aver ías,  ní  se  vería  precisado  á  baxarlas  
 de  la Mancha  y  Cast i l las,  aumentándose  el  precio  por  los  gastos  de  trasporte.  
 147.  A  la  izquierda  del  río  Al b a y d a  están  las  salinas  de  Manuel .  De sde  el  
 puerto  de  Ca r e e r ,  que  separa  la  Ribe r a  de  los  pueblos  de  la  Costera,  empieza  
 una  multitud  de  cerros  que  por  el  norte  de  la  Llosa  siguen  hasta  las  cercanías  
 de  Manuel  : todos  son  de  yeso  como  los  montes  del  citado  puerto  ,  y  cubiertos  de  
 seis  ó  mas  pies  de  tierra  arcillosa,  por  lo  común  r o x a ,  matizada  muchas  veces  
 con  colores  p a r d o ,  morado  y  blanquecino,  sobre  los  quales  brillan  pedacitos  de