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para entrar en terreno 6 toldería agena, no se obsen'an las expresadas
formalidades, es señal de mala fé, y en consecuencia se toca
luego al arma.
También se declaran á menudo guerra por robarse algunos caballos,
de cuyas resultas quedan los vencidos á pié, y cautivas del vencedor
las mugeres mozas, y muchachos ; que á las viejas y los hombres no
se les dá cuartel, como no lo consigan en la fuga.
El cacique tiene obligación de amparar y socorrer á los indios de
su dominio y territorio en sus necesidades, y por lo tal es mas
estimado, tiene mas partido entre eUos, y mas preferencia para
cacique el que es mas dispuesto á socorrerlos, mas galan, y mas
intehgente en la caza ; porque si le faltan estas cahdades, se van á
buscar á otro que las tenga, dejiíndolo solo con sus parientes, y expuestos
á continuas invasiones de sus vecinos : bien que no pierde
aquella familia el derecho del terreno, y con el tiempo suele haber otro
que restablece la toldería que su padre, abuelo ó hermano ha destruido
por su desgracia, ó mala conducta. Cuando está viejo el cacique,
y en estado que por falta de fuerzas no puede cumplir con las
obligaciones de su ministerio, deja el mando en el sucesor.
Los casamientos se hacen por compra que el hombre hace de la
muger al padre, ó cualquiera otro á cuyo cargo está ella, que según
su calidad, buen parecer, conducta, &c., es mas cara o mas barata,
sin que pueda oponerse á la venta que celebre su padre ó su tutor,
quienes no cuentan con su voluntad para otorgarla. Puede cada
hombre tener una, dos ó mas mugeres propias, según tengan haberes
para comprarlas, pero raramente tienen mas de una, á menos de ser
cacique ó indio de grande autoridad. El que mas llega à tener son
tres mugeres, y todo marido tiene facultad de vender las suyas á
otros, cuya segunda venta hace poco apreciable á la muger, y se dá
por lo mismo en muy poco precio, comprándolas solamente los
pobres que se surten de este modo, porque carecen de medios con
que adquirirlas de primera mano. No hay tampoco inconveniente
en venderlas á cualquiera pariente, como no sea hijo (S hermano de
la vendida, porque todos los demás grados los tienen dispensados.
Son muchos los casamientos que hacen de esta especie, por lo caro
que cuestan las mugeres solteras, las cuales, Ínterin son mozas, y
tienen esperanza de casarse guardan la virginidad; pero en perdiendo
aquella esperanza; se entregan á todos. Las casadas, cuyo marido que
les trató su padre ó tutor ha sido de su gusto, le guardan suma fide-
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lidad, pero en las que no, hay muchos trabajos ; bien que el adidterio
no es delito, como no sea á vista del marido, y en este caso culpan
al adultero y no á ella : y tampoco así se castiga, pues por medio de
algún corto ínteres perdona este agravio el marido. El cacique
siempre tiene por muger una hija ó hermana de otro cacique ; la
cual es la principal entre las demás mugeres suyas, y estas la sirven
en todo. Aunque se halle cansado de ella no la puede vender, porque
seria agravio y motivo de romper una guerra con sus parientes.
Todas estas cacicas manifiestan gravedad, hablan poco, se están recogidas
en su toldo, ocupadas en algún trabajo correspondiente á
ellas, y no intervienen en las vulgares conversaciones de las demás
indias. Los hombres por ningún motivo castigan de obra á las
mugeres, excepto cuando están borrachos ; y aun entonces el cacique á
la cacica preferente jamas le pega, aunque las otras lleven todas golpes.
Las ceremonias del casamiento solo se reducen, una vez ajustada la
muger, llevársela su padre al novio á su toldo, á menos que ella no
se adelante á irse con él sin que la lleve nadie, que en esto no hay
inconveniente. Entonces el novio hace matar uno ó dos yeguas,
según tenga de ellas, y convida á los parientes y parientas, amigos y
amigas de la novia y suyos, y comiendo todos de aquella carne,
queda concluido el casamiento. Así hombres como mugeres son
muy celosos y amantes de sus hijos, à quienes luego que nacen atan
con muchas fajas de cuero que tienen preparadas, muy sobadas y
suaves, contra una à manera de tabla, que forman, porque no las
tienen, de palitos cruzados y atados, forrados con fajas de cuero, en
donde los tienen sugetos mas de un mes, dándoles el pecho sin desatarlos
de allí. Así dicen que se crian derechos, y efectivamente
tanto ellos como eUas son todos muy derechos, tienen buenos cuerpos,
y no se vé uno que sea cargado de espaldas. En quitándolos
de estas ataduras, los traen regularmente siempre consigo las madres,
metidos en las espaldas entre su carne y el cuero con que van
vestidas, con la cabeza sacada por el cogote de la madre. Cuando
van de marcha, hacen de cuero y unos palitos una especie de cuna,
atumbada y cerrada por todas partes, menos por los pies y la cabeza,
las cuales forran y adornan con bayeta, paño ò lo que tienen, guarneciéndolas
con abalorios, cascabeles, &c., según pueden, y las aseguran
encima de las ancas del caballo, donde va la madre. Entre
estas gentes se vé que los muchachos nunca lloran, sino llevan golpes
ó alguna caída.
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