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dice se ha de marchar al otro dia: les señala hora para recoger los
caballos, batir los toldos, y empezar á marchar: nadie le repHca,
y á la hora señalada todos están prontos como se les ha mandado.
Las mugeres van por veredas que hay hechas para todas las
aguadas donde deben parar: son las conductoras de todo el equipage.
Los hombres, luego que las mugeres empiezan la marcha, se van
apostando en el campo para cercar los guanacos y bolearlos á la
travesía: porque son tan violentos en la carrera, que ningún caballo
ni perro les puede alcanzar: cuando están con las bolas
enredados, les sirven los perros para acabarlos de rendir. El mismo
cacique señala los puestos de la batida, por lo que, y en testimonio
de sefiorio, el tributan parte de la caza: asi nunca corre, ni
hace otra cosa mas que andar de apostadero en apostadero : sus
jomadas mas largas son de 4 leguas. En llegando al destino que
está asignado, arman las mngeres los toldos, recogen leña, y lo
tienen todo pronto para cuando los hombres vengan : estos al jonerse
el sol marchan á sus toldos, sin que jamas se verifique llegue á eUos
ninguno, obscurecida la noche. Si se ha de continuar la inarcha
al otro dia, hace el cacique la misma arenga y prevenciones:
y si no dice nada, ya saben que por entonces han de permanecer
allí, y esta mansión por lo común es adonde saben que se ha retirado
la caza. Aquí, cuando el cacique vé que están escasos de carne, al
ponerse el sol, y en la misma forma que para las marchas, les dice
recojan los cabaUos á la hora que señala para el dia siguiente, lo
que egccutan sin-falta : luego que tienen los caballos en los toldos,
les hace otra plática, paseándose á caballo, y señalándoles los apostaderos
con lo que cada cuadrilla debe egecutar. Van con ellos
algunas mugeres para cargar la caza, porque ni aun este trabajo
quieren los hombres hacer : los toldos quedan armados, y en ellos las
restantes mugeres, muchachos é impedidos. Al ponerse el sol se
retiran otra vez á sus toldos, reduciéndose á solas estas fanciones
todo el mando de este cacique, el cual por ningún delito castiga á sus
indios, aunque en los puntos de obediencia que van expresados jamas
se verifica le falten á ella. Cuando quiere hacer guerra á sus vecinos,
ó á algunos otros de que hayan recibido agravio, ha de ser con aprobación
de su indios principales, para lo cual se juntan en el toldo del
cacique : este pondera y explica los agravios y modo de vengarlos ;
fuerzas, facüidad ó inconvenientes que hay en hacer la guerra. Los
de la junta confieren sobre el asunto, y aprueban ó reprueban lo
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propuesto por el cacique: este no se agravia. La guerra, por lo
regular, se aprueba, y solo ventilan el modo de hacerla, y cuando ; y
suele tardar esta resolución algunos dias. Luego que están convenidos
en salir á campaña, el cacique tres noches seguidas desde su
toldo á grandes voces les hace saber á todos los indios la declaración de
la guerra, el tiempo para cuando está resuelta, la forma en que ha de
hacerse enemigos contra'quien, ysu motivo; avisan que esten prevenidos.
Una de las principales causas que tienen para declarar guerra es,
que como cada cacique tiene señalado el terreno de su jurisdicción,
no puede ninguno de sus indios entrar en el terreno de otro sin pedirle
licencia para ello. El indio que vá á pedirla ha de hacer tres humaradas,
y hasta que le correspondan con otras tres no puede llegar á
los toldos : en ellos dá razón á aquel cacique del motivo que le trae,
ya sea de paso, ó ya porque pretenda permanecer allí. Si al
cacique le parece, consiente en su pretensión, y si no, le manda
salir inmediatamente de sus terrenos y dominios. Si el indio
vá como embajador de su cacique ó de otros indios, bien pidiendo
paso por aquel terreno, ó bien para comerciar con ellos ó para visitarlos,
se le señala por el cacique el tiempo, y por donde deben entrar,
camino que han de tomar para seguir su viage, ó terreno que han de
ocupar donde hagan su comercio. Luego hacen sus tres humaradas,
y en habiéndoles correspondido los indios del terreno, entran todos
en este, y á cosa de una legua de la toldería, se detienen todos los
hombres, y pasando adelante las mugeres y criaturas, arman sus
toldos á donde se les señala, y en estándolo, todos llegan á ellos los
hombres. Nadie sale á recibirlos, quedándose así á la vista unos de
otros, hasta que despues de mucho rato vá el cacique, ó cualqmera
otro que haga cabeza entre los forasteros, á visitar y cumplimentar
al del país, que le recibe en su toldo acompañado de sus principales
indios, que acuden allí luego para cortejar al forastero. Esta visita
suele durar todo un dia, porque como cada uno habla sin que nadie
le interrumpa, si el forastero trae muchas noticias y quiere enterarse
de las del país, suele durar la oracion de cada uno, dos ó tres horas,
y aun mas, porque también repiten muchas veces ciertas voces. El
que oye, y los demás están con grande atención, diciendo con frecuencia,
á, á, que quiere decir sí, sí ; y con ninguna otra voz interrumpen
al que habla. En estas juntas se hacen las alianzas, se
otorgan amistades amplias, y otros conti-atos, acuerdos ó convenios,
para todo lo cual tienen los caciques facultades absolutas. Cuando
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