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lo sugetiin. pasándole dos agujetas de á tercia de largo, hedías de
madera ó de fierro, quedando las puntas del cuero colgando como las
faldillas de los capingotes, hasta lo bajo de la cintura. Las otras
dos puntas les cuelgan, y arrastran atras como media vara, estando
suelto, pero para andar se lo recogen y afianzan con la mano izquierda,
de la que no hacen mas uso que este, y el de cubrirse con ella
en alguna urgencia sus partes. Encima de estas Uevan debajo de
aquel cuero una especie de mandil cuadrado, que cuelga hasta mas
de las rodillas ; de bayeta, paño ú otro género si le pueden haber, y
sino, de cuero sobado muy bien, el cual atan con un cinto de lo
mismo que las rodea el cuerijo, el que guarnece las de alguna autoridad
entre ellas, con abalorios. No llevan sandalias en los pies
como los hombres, pero cuando montan á caballo, calzan botas como •
ellos. Llevan descubierta la cabeza, dividido el pelo en dos partes, y
de cada una hecha una coleta, que baja por las orejas y hombros
hasta el pecho y cintura ; cuya cinta es de lana parda de dos dedos
de ancho, guarnecida, si es muger rica, en dias de gala con abalorios,
y lo mismo las mugeres de alguna autoridad.
También se ponen los abalorios en las agujetas con que sujetan
el cuero en el pecho, y en las cañas de las piernas como pulseras,
y en el cuello ¡»r gargantillas de cualesquiera colores. En las
orejas Uevan. zarciUos de latón, y lo mismo los hombres. Los arreos
de las caballerías en que las mugeres montan, que por lo común son
yeguas, se comiwnen de unos sillones de vaqueta ó de zuela, (si la
pueden conseguir) muy bien hechos, claveteados con clavitos de
latón amarillo, guarnecidos sus extremos con alialorios de diferentes
colores, (cuando los tienen) formando dibujos ó labores á su modo
y fantasía. La cincha tiene tres argoUas, la una en un extremo,
y las otras dos en cada tercio una; la evUla con que la abrochan ó
ciñen es muy gi-ande. El freno se compone de cabezada, bocado y
riendas ; la cabezada es rica, guarnecida de abalorios, ó de cuantas
cosas tienen ó pueden adquirir al propósito : las riendas y el bocado
son del mismo modo que los que usan los hombres. Ponen á la
yegua un coUar al cueUo que cae hasta las rodillas, con cuantos cascábeles
y colgajos pueden conseguir. Estos arreos son para gala y
fiestas, pero en sus marchas ordinarias no usan estos adornos, y en
lugar de dicho coUar ponen un cordon de lana azul ó colorado, de
un dedo de grueso, con el cual dan tres vueltas al cuello de la caballería,
y les sirve también de esti'ibo para montar en el sillón, donde
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se asientan con la cara á la cabeza del caballo, recogiendo las piernas
arriba sobre las faldillas del mismo sillón, en una postura muy violenta
y trabajosa, que solo la costumbre puede hacerles sufrir ; por
lo que están espuestas á muchas caldas. Parar andar á caballo y
para montar guardan suma honestidad, no permitiendo que se les vea
parte alguna de su cuerpo. Las mugeres de alguna autoridad llevan
en las marchas sombreros de paja, que vienen á ser un redondel con
cabo, sin copa, que se lo atan por debajo de la barba con cualesquiera
cosa; y con esto se cubren del sol y agua cuando van á caballo.
El egercicio ó ocupacion ordinaria de los hombres es cazar, para
mantener con las carnes sus famihas, y hacer del cuero los toldos ó
chozas en que viven, y todos sus vestidos : cuidan también de los
caballos que tienen, y trabajan todos sus arreos. Sus divertimientos
se reducen á jugar á los dados y la perinola, y egercitarse en su modo
de batallar y correr parejas á caballo.
Las mugeres tienen obhgacion de guisar la comida, traer el agua
y la leña, armar y desarmar el toldo en las marchas, y cargarlo y
descargarlo : sin que para nada de esto le ayude el hombre, aunque
esté elle enferma, porque ha de sacar fuerzas de flaqueza. Ademas
de esto ha de coser el toldo, que es siempre de cuero de guanaco
grande, y también ha de coser todos los demás cueros de cama y
vestidos, que regularmente se componen de cueros de hebre, zorrillo
y guanacos nonatos, ó recien nacidos, de los que hacen prevención
y cosecha en la primavera, para con los sobrantes comerciar con los
indios del Rio Negro, por caballos, ropas, frenos abalorios y dagas,
que aquellos adquiren del comercio, é invasiones que hacen en las
fronteras de Buenos Aires : porque los indios, de que aquí se vá
hablando, jamas han tratado españoles hasta allora, ni han visto
ninguna de sus poblaciones, ni estas costas tienen fierro, metal, latón,
herramientas ni armas ; todas estas piezas y géneros las adquieren
mediante dicho comercio. Para coser estas mugeres los expresados
cueros, usan de alesnas, que forman del fierro que les dan los referidos
indios del Rio Negro, y en lugar de hilo emplean nervios, que
adelgazan, según necesitan, de las piernas de los avestruces.
El cacicazgo es hereditario, su jurisdicción absoluta en cuanto á
mudarse de un campo á otro en seguimiento de la caza, que es su
subsistencia. Cuando al cacique le parece tiempo de mudar el campo,
el dia antes al ponerse el sol hace su platica á grandes voces desde
su toldo : todas le escuchan con suma atención desde los suyos. Les